Redacción – El Madrid accedió a cuartos de final de la Copa tras una derrota por la mínima en Leganés que acentúa el grisáceo momento que atraviesa el equipo blanco, que salvó el cruce en otro partido triste, por momentos depresivo, en el que sólo Keylor y Vinícius dieron el nivel. Volvieron Isco y Marcelo, pero no pusieron en ningún apuro a Solari, que sigue tirando del equipo como lo puesto. Poco parece, desde luego, de cara al futuro, Champions incluida. Solari volvió a tirar de carnet al confeccionar un once, de nuevo, marcado por las bajas (y por las rotaciones de Ramos y Modric).

Poco o nada tiene que ver el Madrid actual con el de los tres últimos años, con el del oropel de las Champions. El actual es un Madrid de mínimos, de entreguerras, que trata de hacer de la necesidad virtud. Si Marcelo está mal, le pongo de interior para que no moleste. Si no me queda más remedio (y es que verdad no quedaba otra), saco a Isco, que no me da razones para que modifique mi criterio. Tuvo una, la más clara del Madrid, pero estuvo lentísimo a la hora de armar el disparo.

En la réplica halló el gol el Leganés, en una jugada pésimamente defendida por el Madrid, desde el costado de Marcelo (ya de lateral izquierdo con Reguilón por delante), en la que Braithwaite tuvo premio a su insistencia en la eliminatoria.

Lo tuvo en el Bernabéu, pero lo encontró en Butarque, bencecido por la plastilina defensiva de los blancos. El gol sancionaba la superioridad de un Lega al que, de salida, le faltó fe. Regaló 20 minutos muy plácidos a un Madrid sobrado de condescendencia. Luego espabiló y cercó el área de Keylor, hasta que encontró el premio del gol que marcaba el timing perfecto de la remontada. Hacían falta tres, y el tanto pepinero llegaba a los 30 minutos.

Justo después del error de Isco, justo en el límite del plan de Pellgrino, que primero quiso ganar el partido y pensar más tarde en la eliminatoria. Ni hizo el Madrid mucho para negarle la ilusión a los locales. Antes al contrario: con Vinícius fuera de sitio (por el centro, contras tres centrales), Isco y Marcelo fuera de onda, el juego creativo de los blancos era limitadísimo. Casemiro y Fede Valverde apenas generaron fútbol en un primer tiempo en el que el Madrid volvió a olvidarse del balón.

No fue tan descarado como ante el Betis, pero por muchos momentos se vio aculado contra su área y cedió el dominio territorial del partido a su oponente. Mejoró en la segunda mitad, con la salida de Ceballos por Odriozola, aunque el héroe del Villamarín tampoco estuvo brillante. Pero ocuparon los blancos más racionalmente el espacio, con Vinícius a la izquierda, su ubiocación natural.

Suyas fueron las mejores ocasiones del Madrid, aunque evidenció que aún le queda mucho por pulir en la definición. Vini es uno en el gambeteo y otro a la hora de ejecutar. Partido desangeladoPor lo demás, el partido transcurrió en un tono gris, desangelado. El Madrid se conformaba con ir dejando pasar los minutos para desinflar la moral de un Leganés que tampoco anduvo sobrado de épica.

También la parroquia pepinera fue perdiendo fe mientras el partido iba generando pequeñas anécdotas, que nunca pasaron a la categoría de noticia. Solari le dio 67 minutos a Isco, que seguramente volverá a ser protagonistas de tertulias y debates. Sobre el campo no lo fue. Pasó de puntillas por el partido, como si se hubiera desentendido de esta guerra, como si la cosa no fuera con él. Vinícius siguió alimentando la fe del oficialismo, aunque es cierto que en algunas suertes del juego aún le falta aquello que Lopetegui definió como cocción.

El segundo tiempo discurrió a ritmo cansino hasta la recta final, cuando de nuevo Braithwaite -que en esta eliminatoria ganaba su enésimo balón por alto- y Merino tuvieron la ocasión de hacer el 2-0. Hubiera sido curioso ver la reacción del Madrid, pero no hubo caso. Pudo incluso evitar la derrota tras un jugadón de Vinícius, pero el remate de Brahim, que volvió a tener minutos, se fue a la madera. Luego apareció Keylor para negar el segundo del Lega y una pizca de emoción. En suma, nuevo revés para el equipo de Solari, pero pase a cuartos. Pocas veces con menos se logró más. Un Madrid en modo supervivencia se aferra a la Copa.