Redacción – Emoción. Pasión. Adelantamientos. Toques. Polémica…¡Fórmula 1!. El GP de Austria de este domingo fue el más puro ejemplo de lo que deberían ser todas las carreras del campeonato y de lo mucho que puede hacer vibrar a los espectadores este deporte. Todo, tras una semana de críticas tras la ‘procesión’ de Paul Ricard. Y si hay alguien que encarna a la perfección ese espíritu de lucha, entrega, garra y que siempre da espectáculo, ese es Max Verstappen, quien este domingo triunfó con una exhibición para el recuerdo tras una tremenda remontada y un duelo final con Leclerc.
Dos pilotos que están llamados a protagonizar las grandes batallas del futuro, ambos candidatos a hacer historia, mano a mano en una pelea que terminó con Max como vencedor ante su afición, llevando la locura a las gradas, teñidas de naranja por los miles de aficionados tulipanes que no podían creer lo que habían vivido en el Red Bull Ring. El neerlandés ganando por segundo año consecutivo en casa de los de la bebida energética. ¿Quién lo iba a decir? Max acabó así con la hegemonía de Mercedes, que había dominado las 8 carreras anteriores, haciéndose con la quinta victoria de su carrera y dejando a Leclerc a solo dos giros de lograr su primer triunfo en la F1.