Redacción – Real Madrid se impuso a Valencia por 2-0 gracias a un golpe de suerte y a un gol de Lucas Vázquez en el primer partido en el Santiago Bernabéu después de casi un mes.
Por momentos, al Real Madrid se le ven ganas de mejorar. Que ya es avance. Cuando el Madrid vuelve a la monotonía de La Liga después de una gratificante noche de Champions League suele hacerlo con desidia. Con lo justo para completar el trámite. Y a veces ni eso.
Quizás era el hambre de los jóvenes Sergio Reguilón, Llorente y Ceballos, que aprovecharon una de esas raras oportunidades debido a las numerosas bajas por lesión para presentar sus credenciales ante el Santiago Bernabéu.
Quizás, la urgencia de Karim Benzema y Gareth Bale de congraciarse con una grada de contentillo que una semana los pone en un altar (hoy le tocó al francés) y a la siguiente muestra su malestar con base en rechiflas (ésas fueron para el galés).
O la presión para salir del atasco. Mantenerse a la caza del líder, así sea a cinco puestos de distancia, o tener por lo menos regularidad en su juego.
Y por momentos, hasta se divirtió a costa de un Valencia peleón pero que se guardó el futbol para mejor ocasión.
Pero el Madrid no va a dejar de ser un equipo irregular por arte de magia. Está tan mal acostumbrado a resolver todo con un chispazo, o un golpe de suerte, que acaba por perder la cordura cuando le toca pagar sus cuentas.
Tuvo diez minutos buenos, casi esperanzadores, en los que mantuvieron el orden y la presión alta. Diez minutos en que Bale y Benzema pudieron lucir con sus combinaciones y estuvieron a nada de hacer una gran diferencia si no fuera por la falta de tino del francés.
La falta de constancia goleadora de sus atacantes habría vuelto a cobrar un trágico protagonismo si no es porque – de nuevo – la suerte le puso el partido en bandeja a costa de Daniel Waas.
En un intento por despejar un centro (bastante accidentado) de Dani Carvajal el lateral del Valencia acabó marcando en propia puerta para dar la ventaja por 1-0 a los blancos.
A partir de entonces, al Madrid se lo comió el vacío, pues se contentaba con probar de vez en cuando a Neto sin mucha suerte, y al Valencia, la angustia.
Caer en su habitual pesadumbre súbitamente le recordó a la grada su enfado. Lo mostraron cuando Solari envió a Asensio en lugar de Bale (que salió llevándose la mano al muslo, otra vez), con un par de silencios incómodos hasta que a diez minutos del final, el argentino envió a Isco a la cancha. Otro avance, éste para el malagueño pues mejor el cierre a ir a la grada como en Roma.
Ése fue el momento que escogió Valencia para envalentonarse y buscar la puerta merengue. Sirvió de poco a sus intereses y mucho a los del Madrid: Thibaut Courtois demostró con un par de paradas en dos minutos, por qué se ha hecho con la titularidad, mientras el resto, ya bajo presión, se lanzó a buscar a Neto de nuevo. Lo encontró, a poco del final, Lucas Vázquez. El gran olvidado de Julen Lopetegui. El teniente de artillería de Solari. El que por segunda ocasión consecutiva aseguró los tres puntos y con ello la (frágil) paz en el Bernabéu.