Redacción – A medio gas, paciente en el juego e incluso andando a ratos, al City le bastó una versión alejada de la habitual para imponerse al Bournemouth (1-3). No brilló en un escenario de grato recuerdo para el campeón, tomada la medida a un rival al que siempre gana desde que llegó Guardiola a la Premier. Empezó con demasiadas interrupciones el choque, poco atinado De Bruyne con el cuero, impreciso en las combinaciones con Bernardo Silva que tanto daño hicieron al Tottenham.
Aunque entre tanta confusión apareció Agüero, el más taimado de todos. El argentino apareció de la nada, casi por sorpresa, para rebañar un disparo deficiente de De Bruyne para anotar el 0-1. Se protegió bien el Bournemouth ante la autoridad del City con el balón pero no pudo evitar que se saliera el ariete con la suya, interminable su romance con el gol. Entre tanto llegó la grave lesión de Daniels, que se retiró entre aplausos y en camilla, preocupado por una rodilla que pinta mal.
Paradójicamente llegaron los mejores minutos del cuadro de Eddie Howe, prodigioso Ederson al salvar un remate a bocajarro de Smith. Pero entonces llegó el 0-2 del City, que en tres pases logró plantarse ante Ramsdale. Anotó Sterling, siempre en progresión, el más destacado de este inicio de temporada. No se apocó el Bournemouth, rescatado antes del intermedio con un tanto sublime de Wilson de libre directo. El ex del Liverpool avivó el partido, vencido Ederson ante la excelencia.
No se dimensiona lo suficiente al brasileño, a menudo a la sombra de otros protagonistas. Pero ante el Bournemouth se lució con paradas de mérito, obligado Guardiola a estabilizar a su equipo con la entrada de Rodri. El campeón inglés reclamó un penalti sobre David Silva, desestimado por el VAR. Aunque no acusó demasiado el City esa acción después de que Agüero pusiera tierra de por medio con el 1-3, más vivo que nadie al robar el cuero y definir entre una maraña de hombres.
El Bournemouth bajó los brazos, entregado tras ese golpe definitivo que aprovechó el City para pasearse con el balón. Fue un rondo mayúsculo, fácil para el cuadro de Guardiola, que mantuvo su estadística impoluta frente a este rival en un envite en el que no podía permitirse ningún error, amenazado por la convicción de este Liverpool. En Anfield no sueltan el liderato pero el City vigila desde cerca, alimentado por el objetivo de reeditar y sumar su tercera Premier consecutiva.