Redacción – Cuando más golpeas a Hamilton, más veces se rebela y se toma su propia revancha. Así lo ha hecho durante toda su vida, tanto en las calles de su Stevenage natal, en la escuela, donde los profesores le decían que no conseguiría nada en la vida, y en sus inicios en el karting. Aquello le hizo fuerte mentalmente e ir a por sus objetivos sin importarle lo que pase a su alrededor y lo que digan de él. Y el GP de España de F1 2019 es un ejemplo más de su fuerza de superación. El mejor Valtteri Bottas llegaba como líder del Mundial y logró el sábado su tercera pole consecutiva. Le había sacado tres décimas, todo un mundo, y Lewis no podía esconder su cara de enfado consigo mismo. Debía reaccionar. No podía esperar más. Y como suele hacer en las grandes ocasiones, cuando toca, el vigente campeón del mundo volvió a estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado para robarle el triunfo a su compañero en Barcelona y recuperando el liderato del Mundial.
Bottas sueña con destronar al 5 veces rey, pero este domingo Lewis se encargó de recordarle que la corona todavía está en su cabeza y no tiene previsto desprenderse de ella. Lo hizo conquistando su 76ª victoria siendo el más listo de todos en una salida que es una metáfora perfecta a lo que ha sucedido este fin de semana en Catalunya. El inglés solo sacó la cabeza en la FP3 y quedó segundo en la pole. Estuvo discreto, sin llamar la atención y sin ganas de mucha fiesta. Estaba concentrado para su gran golpe, que ejecutó a la perfección en el arranque de la carrera. Escondido por el interior de la primera curva, Hamilton le arrebató la primera posición a un Bottas que se encontraba en medio de su compañero y Vettel. Los tres, en paralelo, pero el más fuerte fue el británico. Entró con mucha más garra y decisión, como ya avisó tras Bakú. Le devolvió la moneda a Bottas, que sufría deslizándose demasiado al lado de un Vettel que se pasó de frenada en su intento de atacar por el exterior.
El germano perdía así la posición con el holandés pero mantenía la plaza con Leclerc, aunque con el neumático delantero derecho muy dañado tras su nuevo error. Así, hacía caso a la orden de muro de Ferrari de dejar para al monegasco y ambos optarían por estrategias muy diferentes. Vettel iría a dos paradas con el blando mientras que Charles buscaría la heroica con el duro para llegar al final. La cosa pintaba muy mal para Ferrari, que se dirigía hacia otro fracaso con una estrategia que volvió a juntar a sus dos pilotos en pista y que no parecía beneficiarle en nada. Mientras, Hamilton hurgaba en la llaga de los italianos liderando a placer. El de Stevenage se dirigía hacia el triunfo pilotando a una mano, y ni la aparición de un ‘Safety Car’ en pista hizo que su posición de privilegio peligrara.
El accidente de Norris y Stroll en la vuelta 46 le permitía cambiar unos neumáticos que ya mostraban signos de degradación para dirigirse a la gloria con nuevos zapatos. No llevó ninguno de los trajes estridentes que lució en Nueva York la semana pasada, aunque hubiera tenido tiempo de ir a casa a para ponerse uno y prepararse para subirse a lo más alto del podio tras una resalida en la que ni se manchó para defender su posición.
Tras la marcha del Safety Car, no dio opción a Bottas, que parecía dar por bueno el doblete de Mercedes, e quinto de la temporada con el que los de la estrella hundieron todavía más a Ferrari en su profunda crisis. El nórdico recuperó pues sus obligaciones de escudero en un duro golpe de realidad, y es que ya no era momento de discutir el liderato de Lewis en esta carrera, el GP se le escapó al inicio y ya no podía hacer nada para remediarlo.
Al final, mucho ruido y pocas nueces en la resalida, ya que no hubo cambios en las posiciones delanteras. Solo los Haas, en una lucha fraticida que no se entiende, pusieron algo de picante en dicho momento y en las vueltas precedentes, con dos salidas de pista de Grosjean en la curva 1 tras tocarse con Magnussen que debieron enfurecer a Günter Steiner.
En esa pelea encontró premio Carlos Sainz, quien venía justo detrás, en la novena posición. El español realizó una carrera excelente de principio a fin. Salía 12º y recuperó dos plazas de una tacada al llegar a la primera curva,. Le pasó Albon en la segunda vuelta por potencia en la recta y posteriormente mantendría una bonita batalla con Ricciardo. Sainz se mantenía a lo suyo, sin tirar la toalla y guardándose lo mejor para el final. Y fue tras el ‘Safety Car’ cuando el español llevó la locura a la ‘Marea Papaya’ de la curva 5.
Era décimo tras el coche de seguridad y había montado sus neumáticos blandos más tarde. y fue a por todas. En la resalida, el madrileño pasó a Kvyat y pese a que el correoso piloto ruso le devolvió la jugada, el español se mantuvo firme y confirmó el adelantamiento. Su próxima presa sería Grosjean, que venía de tocarse en hasta dos ocasiones con Magnussen. Y de nuevo, el francés hizo otra de las suyas con el español.
En la misma curva 1, Carlos le pasó por dentro pero el galo tocó al madrileño. El de Haas se salía de la pista y entraba por delante sin devolver la posición. Pero Carlos, totalmente encendido, ‘fulminó’ en la vuelta posterior en ese mismo escenario a Romain para hacerse con una octava posición soñada. Ya lo avisaba el miércoles: “Firmo la octava plaza”. Dicho y hecho. Y es que cuando la suerte no le da la espalda y las que hablan son sus manos, el resultado solo puede ser positivo. El público de Barcelona vibró con Carlos y se fue del Circuit esperando en poder volver a hacerlo el año que viene, en Barcelona, ciudad que huele a F1 y que luchará por seguir en el ‘Gran Circo’.