En Copenhague se jugaron dos partidos, no de 41 minutos y otro de 49. Ambos fueron muy diferentes porque los jugadores ya no eran los mismos. El encuentro se reanudó, dicen, porque Eriksen se lo pidió a sus compañeros en una videollamada y la UEFA, loca por la música, lo facilitó para no alterar la difícil organización de esta Eurocopa.
Hasta el susto de Eriksen, el partido se desarrolló como todos esperaban en la previa. Más allá de su efusivo arranque, los finlandeses no tardaron en replegar en campo propio y dejar a Dinamarca proponer. Los locales aceptaron el rol cómodamente con el plan establecido, el cual consistía en una salida de balón con Hojbjerg (alguna vez también Delaney) lateralizando su posición para formar una línea de tres defensas, Maehle (lateral izquierdo pero diestro) haciendo daño ofensivamente y Braithwaite y Poulsen amenazando el área.
l plan funcionó, el dominio era total, y las ocasiones se sucedían. En ocasiones intentaban acelerar la posesión para no estancarse ante la hundida defensa rival, que esperaba con sus tres centrales dentro del área. Jugándose el partido esperado, Hjulmand había ideado varias jugadas de córner (sacaron seis en la primera parte) que no lograron el gol. Mientras, Finlandia llevaba tan al extremo su idea que incluso los saques de puerta los comenzaba un central para que fuese Hradecky el que buscase en largo a los delanteros y así ganar altura. Metro a metro.
Tras la reanudación, hora y media después de lo que se podía esperar, Dinamarca estuvo más espesa. La velocidad en la circulación del balón no era la misma y, por tanto, la calidad de las ocasiones tampoco. Cuando se desesperaban lo intentaban tirando desde fuera, pero Hradecky no sufrió demasiado. En una jugada aislada (el único tiro azul del partido), Pohjanpalo, que había pasado totalmente desapercibido hasta entonces, le ganó la posición a Maehle y batió a Schmeichel, que no pudo hacer demasiado ante la cercanía del disparo.
A partir de entonces, a Dinamarca le entraron las prisas. También los nervios, cuando Hojbjerg, a falta de Eriksen, lanzó fatal un penalti más que dudoso que forzó Poulsen y Hradecky lo paró. Los locales probaron de todo, pero no hubo manera de encontrar un hueco en la hiperpoblada área de Finlandia, que hace historia ganando su debut en una fase final de la Eurocopa.