España ya está contra las cuerdas. Sigue dependiendo de sí misma para meterse en los octavos de final puesto que una victoria ante Eslovaquia le debería bastar, pero lejos de pensar si pasaría como primera o, incluso, tercera ya empieza a temblar ante la posibilidad de irse para casa a las primeras de cambio. No fue capaz de ganar a Polonia y el empate (1-1), provoca toda clase de impaciencia.
Le faltó suerte a la Roja, tal como en el partido inaugural contra los suecos, pero también frescura, brillantez y convencimiento. Por más que Morata se reencontrase con el gol, por más que jugase una primera media hora más que aceptable y por más que lo intentase hasta la extenuación, mostró una alarmante falta de seguridad, veteranía y liderazgo.
Dos empates en dos partidos y todas las luces de alarma encendidas en un equipo que sigue con las opciones claras de seguir en competición… Y muchas dudas como para enfocar el partido final ante Eslovaquia con optimismo.
Luis Enrique retocó lo mínimo el once inicial respecto al partido frente a Suecia pero el único cambio que hizo (la entrada de Gerard Moreno en lugar de Ferran Torres) evidenció la necesidad contemplada de mejorar las prestaciones ofensivas españolas y, por encima de todo, la efectividad ante el gol. Permaneció Morata en el centro del ataque y Moreno, entrando desde la banda derecha, se convirtió en una pesadilla para Jan Bednarek, provocando que Polonia, que comenzó con audacia ofensiva, entendiera rápido la necesidad de resguardar mejor su área.
Fue ganando espacio España en la primera parte, repitiendo su buen tono en la combinación y las llegadas y replegándose el equipo polaco, apenas con Lewandoski manteniendo su figura más avanzada a la vez que Zielinski y Karol Swiderski se multiplicaban en tareas defensivas, hasta que pasados los 25 minutos una excelente jugada por la derecha de Gerard Moreno, en un avance y recorte en diagonal acabó con un centro-chut raso hacia el área pequeña por donde apareció el pie de Morata para rematar de primera, rozando el fuera de juego para avanzar al combinado español.
El primer gol de la Roja en la Eurocopa supuso un alivio incontestable. Rebajó la tensión acumulada y calmó los ánimos en el juego… Pero a la vez reanimó a Polonia, que se fue estirando sin que los jugadores hispanos atendieran a que poco a poco iban perdiendo el dominio de la primera media hora. Hasta que llegó el susto.
Fue rozándose el descanso cuando Swiderski controló con excesiva comoidad un balón en la frontal y lanzó un remate seco y ajustado que se estrelló en el poste, llegándole el rechace a un Lewandoski que se estrelló ante la muralla magnífica de Unai. Un aviso en toda regla.
LA CAÍDA
Y del aviso se pasó al gol al poco de comenzar la segunda mitad. Parecía más asentada en el campo la selección española pero igual de enrabietada una Polonia que presionaba mucho más arriba y no permitía el toque, que se llevó un balón por la banda por medio de Jozwiak y su centro lo remató a la red Lewandowski. Pudo tocar, empujar o desnivelar a Laporte antes del salto… Si lo hizo fue tan leve que no se entendió la candidez del central, que provocó empate y pasmo.
Pero aún fue a más la desventura hispana porque apenas cuatro minutos después un pisotón de Moder a Gerard Moreno fue sancionado con penalti… Y el lanzamiento del delantero del Villarreal se fue al palo, rematando a la nubes el rechace Morata y hundiendo en la miseria a una selección a la que le costó remontar moral y futbolísticamente.
Necesitando ambas selecciones la victoria, ese empate pesó como una losa a España mientras mantuvo la calma entre los polacos. A partir de ahí, con cambios y con más ganas que juego, el grupo de Luis Enrique se marchó arriba con todo para buscar el gol de la victoria, el gol que calmase sus cada vez mayores nervios y desasosiego.
No hubo manera. Ni suerte en el remate, ni acierto en el juego, ni pausa en el fútbol ni nada. Un empate, otro, insulso. Y todas las alarmas encendidas. Así sobrevive, malvive, España en la Eurocopa.