Redacción – El Manchester United se hunde cada vez más, cada jornada se apaga su protagonismo. Cualquiera se atreve con el cuadro de Mourinho porque no infringe miedo ni el escudo, más bien sensación de vulnerabilidad.
En Old Trafford y también en el Olímpico de Londres, un estadio tan mayúsculo que logró minimizar a un United desastroso. El West Ham crece con este triunfo (3-1) y sentencia a Mourinho, petrificado en el banco, más fuera que dentro tras esta crisis desenfrenada.
Mal acaba lo que mal empieza y el United pudo corroborarlo al encajar un primer tanto doloroso, más por el impacto psicológico que por otra cosa, con todo el tiempo para remontar. Pero el VAR no intervino porque la Premier todavía no apuesta por la tecnología y el colegiado no acertó a ver un ligero fuera de juego de Zabaleta, que asistió a Anderson para que el brasileño, con la espuela, anotara el primero de la tarde en Londres (5’). Lo celebró con efusividad Pellegrini, a quien los resultados le van dando la razón.
No así a Mourinho, sin Alexis Sánchez en la convocatoria pero sí con Pogba, tal y como avanzó en la previa. Ya sin el brazalete, el internacional francés pasó tan desapercibido como el resto, sin creatividad en la medular, inconexo el United, siempre a expensas de una jugada aislada. Y eso es demasiado arriesgado, frustrado cuando Lukaku envió un cabezazo al poste en la única jugada destacable del cuadro de Manchester en un primer tiempo que acabó de la peor manera posible.
El bloqueo del United se acentuó con el 2-0, desgraciado si se quiere, después de que un disparo de Yarmolenko fuera desviado por Lindelöf, imposible para un De Gea al que le faltó tiempo para reaccionar (43’). Todo va en contra de Mourinho, las decisiones polémicas y el infortunio, pero sobre todo enfrentado con el buen juego. Tampoco le sonríe la suerte en ocasiones claras como la que tuvo Fellaini en el segundo tiempo, cuyo testarazo lo rechazó magistralmente Fabianski.
El United solo podía regresar al partido desde la estrategia y, tras varios intentos, logró recortar la diferencia. Un saque de esquina botado por Shaw lo aprovechó Rashford, que al primer toque sorprendió al arquero rival. Pero el conjunto del norte de Inglaterra está hundido, sin saber ni tan siquiera el porqué de sus buenas acciones. E inmediatamente después el West Ham reaccionó para dejar prácticamente sentenciado el encuentro, con un pase filtrado de Noble a Arnautovic para que el austriaco, solo ante De Gea, estableciera el 3-1 (74’).
Esa fue la puntilla para el United y para Mourinho, que cedió en el pulso con Pellegrini. Quizá una revancha para el chileno, que tuvo que soportar hace años el menosprecio de su homólogo: “Yo nunca entrenaría al Málaga”, dijo. Hoy, en el Olímpico de Londres, el técnico del United demostró que tampoco está para un grande, menos aún en la Premier, que ha vuelto a ponerle en su sitio después de un arranque de temporada nefasto. El futuro pinta muy negro.