Redacción – Al cabo de cinco meses, y cinco días, el Barcelona volvió a saborear la victoria lejos del Camp Nou. Avisó Valverde en la previa de la exigencia que significaba la visita al Getafe y se comprobó en el Coliseum que la advertencia no era cualquier cosa. La tuvo que trabajar, sufrió… Y disfrutó de un triunfo a la postre más cómodo de lo esperado. Por 0-2 y sentenciado, prácticamente, al comenzar la segunda mitad.
Solamente la expulsión tardía de Lenglet, peligrosa en un equipo que mantiene a Piqué amenazado de suspensión y a Umtiti lesionado, eternamente, ensombreció la tarde del Barça, al que se suman los problemas, pasando del ataque ahora, también, a la defensa.
Pendiente de Messi y atribulado por la lesión inesperada de Dembélé que se sumaba a la de Ansu Fati, el campeón llegó a Getafe con la urgencia en el cuerpo. Tan acostumbrado a ganar como a sufrir en el Coliseum, la esperada intensidad del equipo de Bordalás se sumaba a la propia inseguridad mostrada a domicilio en este mal comienzo de curso, por lo que se adivinaba casi indispensable salvar la entrada furibunda del rival en el campo, asegurar el juego y no perder ocasiones.
Ese fue el argumento inicial esperado. Presión asfixiante del rival en la salida de balón, nervios inexplicables en defensa, mejor imagen con el balón en los pies y partido tan trabado como incómodo que los hombres de Valverde fueron cocinando con calma, con más solvencia que brillantez y que le dio el premio esperado.
Dos remates de Luis Suárez que se marcharon fuera por poco y una gran atajada de Soria a Carles Pérez mostraron el peligro atacante de un Barça al que salvó Ter Stegen rechazando el disparo envenenado de Angel. Antes de que el portero alemán, inmenso, le regalase cerca del descanso una asistencia magnífica al uruguayo, quien no falló ante el meta para convertir el 0-1.
Si parecía hecho lo más difícil, el Barça no perdió el tiempo al comenzar el segundo tiempo para intentar sentenciar el triunfo. Esperando el despliegue del Getafe, no tardó ni cinco minutos en dar el segundo golpe al partido.
Un balón que tomó Carles Pérez en la frontal del área desembocó en el disparo duro del canterano que Soria no acertó a blocar y cuyo rechace aprovechó estupendamente Junior Firpo, quien de sopetón apartó del plano su más que discreta actuación anterior mostrando una excelente capacidad de reacción, el más rápido, para remachar el partido apenas comenzar la segunda mitad.
Consciente, eso sí, de la capacidad de reacción de un Getafe que, sin ir más lejos venía de empatar en Mestalla tras igualar un 3-1 en contra, el Barça tomó la determinación de esconder el balón, jugar con calma, frenar la insistencia del rival y plantearse la recta final del choque con más inteligencia que ambición.
Serio en el centro del campo y buscando en cuanto podía los espacios que ya empezaba a dejar el Getafe en defensa, el equipo de Valverde se pudo sobreponer sin histerias al ánimo local, incapaz de llegar con peligro al área de un Ter Stegen que ya había cumplido, por duplicado y en formato sobresaliente, en la primera mitad.
Agobiado por la necesidad y la urgencia y atribulado por las bajas que se le multiplican, el Barça salió a flote con solvencia en Getafe. Ganó, que es de lo que se trataba, y recuperó de pronto la tranquilidad y autoestima. Al cabo de cinco meses. Que ya tocaba.