El Barcelona de Koeman ya conoció la derrota

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Al Barça de Koeman se le apagó la luz en Getafe. Un penalti transformado por Jaime Mata le bastó al equipo de Bordalás para ganar (1-0) y romper el encanto que pudiera tener este nuevo Barça que tanto, y tan dramáticamente, se pareció al de la pasada temporada. Sin ideas, sin intensidad, sin continuidad y sin garra, al conjunto azulgrana le sentó fatal vestir de rosa y acabó por consumar una noche de pesadilla.

Cuatro ocasiones, cuatro, tuvo el Barça. Dos en la primera mitad y como parte de un partido para olvidar y otras en el añadido de la segunda, en el disparo de Messi desviado y un desvío final al larguero. Entre una cosa y otra le aburrió la incomodidad que supone jugar en Getafe, allá donde cumplió ganando en las cuatro últimás temporadas, sin tener una sola idea clara en los 96 minutos que duró el partido.

Podría decirse que fue una noche para olvidar… Pero quizá sería más adecuado decir que fue una noche para recordar, para tener presente y saber qué es lo que no debe hacer el Barça en un terreno de juego. Porque quedó claro que este no es el camino.

Koeman apostó por retocar el once, con unas primeras rotaciones en las que Dembélé y Pedri entraron en lugar de Ansu y Coutinho, a la vez que Sergiño Dest se estrenaba como lateral zurdo por la lesión de Jordi Alba. Destacado el jovencísimo Pedri, por su descaro y visión en la combinación, Dest mostró una buena predisposición en la banda, asistiendo a Messi en un disparo al palo y Dembélé… Fracasó, simple y llanamente, en el examen al que le debió someter el entrenador, quien le aguantó una hora hasta que le cambió por Ansu.

Para entonces ya ganaba el Getafe gracias al penalti, polémico, decretado por el pisotón de De Jong a Djene que transformó Mata, rompiendo una igualada que parecía intocable tanto por la falta de consistencia en el juego del Barça como por la apuesta conservadora del rival, conforme con ese 0-0 que solo podía pensar en romper en una jugada concreta o afortunada, como así fue.

Poco participativo Messi, fallón, otra vez, Griezmann, desaparecido Dembélé y poco menos que invisible De Jong, al equipo de Koeman le costó horrores hacerse ver. Por si fuera poco desapareció aquella intensidad y presión que tanto proclama el entrenador, no hubo profundidad y rapidez en el movimiento del balón y solo a jugadas sueltas parecía poder romper la resistencia, tranquila, del Getafe.

Pudo hacerlo Messi a los 20 minutos enviando un disparo seco de primera una asistencia de Dest al palo y después, a la media hora, Griezmann, en la única aparición positiva de

Dembélé que combinó con Pedri para darle el balón fácil al francés, que solo delante de Soria envió, lamentable, el balón a las nubes.

Poco, muy poco, ofreció el Barça tanto en la primera mitad como en la segunda hasta que llegándose a la recta final, minuto 80, Trincao y Braithwaite entraron en lugar de Griezmann y De Jong, también señalados por el entrenador en su búsqueda desesperada por evitar su primera derrota en ocho años frente en su visita a un estadio en el que ganó consecutivamente las cuatro últimas temporadas.

Aún tuvo dos ocasiones de oro el Getafe para rematar el partido con sendos disparos de Hernández, el primero al travesaño y el segundo a las nubes, con el Barça totalmente roto en el campo, sin más sistema que la urgencia por evitar el desastre.

Sin orden ni calma, el Barça desembocó en una auténtica pesadilla fatal, intentándolo sin más. Porque no hubo más. Nada más que decir de un Barça trágicamente similar al de un pasado del que nadie quiere acordarse.