Carlos Alcaraz ya es uno de los grandes del Barcelona Open Banc Sabadell-Trofeo Conde de Godó. A sus 19 años revalidó título, siendo el undécimo jugador que lo consigue en setenta años de historia, sólo el segundo español que encadena el éxito de una edición para otra. Detrás, cómo no, de Rafa Nadal, con doce coronas en su palmarés, un récord de cinco consecutivas.
No tiene techo este Alcaraz, brillante. Puso un colofón extraordinario enseñando su enorme potencial para destrozar a un finalista de Roland Garros y Open de Australia, al número cinco mundial. El griego Stefanos Tsitsipas, 24 años, fue uno más de los 8.000 espectadores que presenciaron el dominio monumental del murciano, vencedor por 6-3 y 6-4 en una hora y 18 minutos.
El nº 2 mundial, con trazas de no muy tarde arrebatar de nuevo el nº 1 a Novak Djokovic, cerró la consecución de su segundo Godó sin ceder un set. ¿Quién había sido el último sin entregar un parcial?. Sí, ¡Rafa Nadal!.
De la inconsciencia juvenil del primer trofeo, incluyendo dos bolas de match que remontar en semifinales a Alex de Miñaur, a la madurez de un segundo más ponderado y trabajado, soportando sin inmutarse la presión de ser el enemigo a batir.
En doce días cumplirá los 20, el 5 de mayo. Se ha hecho grande, por palmarés y lectura del juego. Un prodigio que llegó como un relámpago y se asienta a la manera de los grandes del deporte: un crecimiento rápido y continuo, de plenitud temprana.
El palmarés de Carlos Alcaraz
Es su noveno título profesional en doce finales, el sexto en tierra de nueve. Abrió en Umag 2021, siguió en el brillante 2022 de Río, Miami, Godó, Madrid y US Open, dejando el registro de número uno más joven ATP a los 18. El éxito continúa este curso: Buenos Aires, Indian Wells y, de nuevo, Godó. En el que fuera su club de niño consiguió por vez primera revalidar título. No hay nada por casualidad. En casa se siente mejor, son quince partidos seguidos ganados en España.
Se vistió el mono de trabajo ante Roberto Bautista y Alejandro Davidovich, abrió el tarro de las esencias contra Dan Evans en semifinales. Las desparramó cuando tocaba, en la final.
Su entrenador en Villena Juan Carlos Ferrero sabe de las versiones múltiples de su niño de El Palmar. También la del pupilo disciplinado que hace caso del análisis con vídeo realizado para estudiar el partido definitivo.
Dejadas (10 ganadas de 13), explotando que al griego le cuesta caminar más hacia adelante que desplazarse lateralmente, como ya había descubierto en los antecedentes. Martillear continuamente el revés a una mano del ateniense, muy plástico pero frágil en los ataques de derecha invertida cruzada del español. Y si Alcaraz tenía que vérselas con el drive del heleno, lo que más le podía preocupar, la consigna de ser el primero que reventaba la pelota, tomaba la iniciativa. Asfixió al oponente, tenía todo para doblegarlo en cualquier circunstancia.
Si a la estrategia aplicada se une el talento desbordante y un óptimo estado de forma, lo lógico: implacable Alcaraz en su cuarto triunfo sobre Tsitsipas, segundo en Barcelona, que tanto quiere el griego aun sin premio. Son tres finales perdidas, dos con Nadal (2018 y 2021) y una contra Alcaraz. Con dos monstruos enfrente, sí le debe preocupar más el dato de diez finales jugadas en categoría ATP 500 y todas perdidas.
Entró Alcaraz al son de la canción ‘Eye of The Tiger’. La música de las bandas sonoras de las películas de Rocky son su detonador antes de los encuentros. Un guiño del torneo que correspondió con espectáculo y cariño. Supercampeón.
Esto no se acaba aquí, ni en el propio Godó (con tres títulos están Roy Emerson, Mats Wilander y Manolo Orantes) ni en la campaña. Irá a Madrid con un balance de 23 partidos dominados de 25, 13 de 14 en tierra. Pisa fuerte. Otra réplica del Trofeo Conde de Godó, también un talón de 477.795 euros.
Se hizo merecedor de cualquier regalo dando brillo a un 70 Godó espectacular en todos los sentidos. Una fiesta.
«Hoy he estado yo en la pista, fluido y relajado. Estoy supercontento», señaló en pista Carlos Alcaraz, quien reveló que la noche anterior se había sentido un tanto tenso, pero se soltó en el calentamiento matinal antes de la final.