El Barcelona se divirtió en su despedida del Camp Nou y goleó, casi sin despeinarse, a un Mallorca que nunca pareció estar en disposición de aspirar a la séptima plaza, de la que se despidió antes de llegarse al primer minuto de partido, cuando Lewandowski, especialmente inspirado en cuanto a su juego de combinación, se inventó el 1-0 que consumó Ansu Fati.
Ansu no sabe si volverá a jugar de azulgrana, algo que no harán ya como locales ni Sergio Busquets ni Jordi Alba. El lateral se marchó entre lágrimas al ser sustituido y el mediocentro, enorme hasta el último momento, con una sonrisa franca, mostrando su satisfacción por una carrera enorme e histórica que le colocará entre las leyendas más grandes del Barça moderno.
Se fueron ambos, cerrándose una era, cuando el partido estaba más que sentenciado, con el equipo de Xavi jugando con una comodidad que no se entendió desde un punto de vista del rival, que si no respondió al 1-0 antes de llegarse al primer minuto, ya se entregó a su suerte cuando llegó el 2-0, también de Ansu, en el minuto 24.
Una afición entregada a la fiesta, poblada la grada de camisetas del Barça haciendo la ola, pendiente de qué ocurría en el partido del Espanyol en Valencia y sin preocuparse apenas de un partido cuyo desenlace se había sentenciado hacía muchos minutos.
Hubo fiesta al final, celebración, vídeo, gritos contra el Espanyol, cuando se consumó el descenso del equipo periquito, y una sentida despedida del Camp Nou, que no volverá a abrir sus puertas, renovado, hasta noviembre de 2024.