En la cancha no lo frena nadie, eso está claro. Todo lo que jugó en 2020 lo ganó, y es el abrumador favorito para el US Open distópico que comienza este lunes en Nueva York. Pero a Novak Djokovic no le alcanza ya con ser el rey dentro del rectángulo, quiere ser un emperador. Aunque hay un problema: Roger Federer y Rafael Nadal se oponen, creen que el serbio, una vez más, está yendo demasiado lejos.
“Espero que todos en el Planeta Tierra encontremos una mejor manera de vivir en paz”, dijo el número uno del mundo tras ganar el sábado el Masters 1000 de Cincinnati al derrotar 1-6, 6-3 y 6-4 al canadiense Milos Raonic en la final. Lo de la paz en el Planeta Tierra está por verse, pero en el tenis está claro que no hay.
Mientras Nadal prepara Roland Garros en Europa tras decidir saltearse el US Open y Federer se recupera en Suiza de su operación de rodilla, Djokovic protagonizó este fin de semana una jugada de alta política: anunció su renuncia a la presidencia del Consejo de Jugadores de la ATP y la creación de la Asociación de Jugadores Profesionales de Tenis (PTPA), un sindicato de jugadores con el que los tenistas coquetean desde siempre sin concretarlo. Djokovic será el presidente junto al canadiense Vasek Pospisil.
Así, el serbio es el rey dentro de las canchas y fuera de ellas. Dos veces rey, bien puede definirse como emperador. Tanto poder asusta al ex tenista italiano Andrea Gaudenzi, presidente de la ATP, pero también a Federer y Nadal, que tienen una relación tan correcta como trufada de desconfianzas con Djokovic, que en Nueva York se está comportando como toda una estrella: alojamiento especial y tensiones con el torneo para imponer su parecer.
Ya campeón de Cincinnati y con la mira puesta en el US Open, un torneo sin espectadores y repleto de protocolos y medidas de seguridad en medio de la pandemia del coronavirus, Djokovic lamentó no tener el apoyo de los otros dos integrantes del “big three” del tenis, los hombres con los que lucha por el título de mejor jugador de todos los tiempos.
“Claro que me gustaría contar con Roger y Rafa, pero entiendo que ellos crean que no es el momento adecuado. Pero es como tener un bebé: nunca es el momento y siempre lo es”, graficó Djokovic, que debuta este lunes en Nueva York.
Si es un bebé, el parto se presenta complicado. Gaudenzi ya rechazó la iniciativa del serbio y dijo no entender el paso que se pretende dar. Los tenistas, añadió el italiano, “tienen algo con lo que la mayoría de los deportistas no pueden siquiera soñar: se sientan en el consejo directivo” de la ATP.
Aunque en sus inicios ATP significaba “Asociación de Tenistas Profesionales”, lo cierto es que nunca lo fue, porque el ente rector del tenis masculino reúne tanto a los torneos como a los jugadores, y la queja de estos últimos es que siempre son los torneos los que imponen su punto de vista. Son tres representantes de los jugadores, tres de los torneos y el presidente de la ATP que eventualmente desempata. El negocio suele primar sobre el deporte, o quizás no tanto, porque los jugadores también están muy preocupados por el negocio. El suyo propio.
La reacción de Federer y Nadal fue más impactante que la de Gaudenzi. El español recurrió a Twitter: “El mundo está atravesando una situación difícil. Personalmente creo que estos son tiempos para estar calmados y trabajar todos juntos en la misma dirección. Es tiempo de unidad, no de separación”.
Dos horas más tarde, Federer hizo algo inusual: retuiteó a Nadal y sumó un comentario. “Estoy de acuerdo con Rafael Nadal. Estos son tiempos de incertidumbre y desafiantes, pero creo que es crítico permanecer unidos como jugadores y como deporte para pavimentar el mejor camino hacia el futuro”.
Más claro, agua. Djokovic no podrá contar con Federer y Nadal, que hace ocho años tuvieron tensiones públicas y fuertes por el mismo tema, el manejo político del circuito. Pero eso está olvidado hoy para ellos, porque Djokovic aparece como un problema mayor. Lo que habrá que observar en los próximos días en Nueva York es qué jugadores se ponen del lado de Djokovic y cuales apoyan al dúo de las dos “R”.
No será sin embargo sencillo para la ATP y la dupla Federer-Nadal quebrar a Djokovic, que a sus 33 años quiere dejar una doble marca: seguir sumando títulos de Grand Slam para, desde sus 17, superar los 20 de Federer y los 19 de Nadal, y darle al tenis una nueva estructura de poder. Quiere convertirse en el hombre que se atrevió a lo que no se atrevieron Illie Nastase, John McEnroe, Guillermo Vilas, Jimmy Connors, Ivan Lend, Boris Becker, Pete Sampras, Andre Agassi y tantas otras glorias. Si logra las dos cosas, las críticas derivadas de su extraño comportamiento durante la crisis del coronavirus serán solo un mal recuerdo.
“Intentamos hacer algo con las mejores intenciones”, dijo Djokovic en una entrevista esta semana con el New York Times cuando se le preguntó por el malhadado “Adria Tour”, la serie de exhibiciones en Serbia y Croacia que terminó con él y otros tenistas contagiados del Covid-19.
“Sí, hubo algunas cosas que podríamos haber hecho diferente, por supuesto, ¿pero van a culparme por siempre por haber cometido un error? Ok, si es así, ok, lo acepto, porque no me queda otra alternativa. Lo que sé es que las intenciones eran las correctas, y si tuviera la posibilidad de hacer el ‘Adria Tour’ otra vez, lo haría de nuevo.
“Honestamente, no creo haber hecho nada malo. Lamento la gente que se infectó. ¿Me siento culpable por todo aquel que se haya contagiado desde aquel momento en Serbia, Croacia y la región? Claro que no. Es como una caza de brujas, para ser honesto. ¿Cómo puedes cumplir a una sola persona por todo?”.
El serbio está molesto con “los medios internacionales”, que a su entender “sacaron un poco de contexto” lo que dijo acerca de las vacunas: “Dicen que estoy en contra de todo tipo de vacunas”.
No es así, dice. “Mi tema con las vacunas es que alguien me fuerza a meter algo en mi cuerpo. Eso es algo que no quiero, para mí es inaceptable. No estoy en contra de todo tipo de vacunas, porque, ¿quién soy yo para hablar de vacunas cuando hay gente en el campo de la medicina que salva vidas alrededor del mundo?. Pero sí está en contra, termina admitiendo elípticamente: “¿Cómo esperamos que esto (la vacuna) resuelva nuestros problemas cuando este coronavirus está mutando en forma regular, según entiendo?”.
Está claro: Djokovic es un hueso durísimo de roer, tanto dentro como fuera de la cancha. Y se lo hará saber a todos. Lo sabe bien la Federación Estadounidense de Tenis (USTA), que tras sufrir hasta el final obtuvo la confirmación de que Djokovic jugará el torneo. Eso sí, debió permitirle que viajara a Nueva York con tres integrantes de su equipo, cuando originalmente debía ser solo uno. Y vive en una casa, no en el hotel, “incómodo y chico”, a su entender, en el que están los otros jugadores. Se paga esa casa de su propio bolsillo, también el servicio de vigilancia que lo controla las 24 horas. El torneo y el Estado de Nueva York quieren asegurarse de que el serbio no les arme ningún lío. Serán, qué duda cabe, dos semanas de tensión.