Redacción – Cualidades de campeón, un calendario para favorecer su fantasía, la capacidad de remontar desde la nada o la adaptación para aprovechar las oportunidades: son cuatro claves que explican el sensacional triunfo de Mathieu van der Poel este domingo en la Amstel Gold Race. El joven prodigio holandés realizó una demostración de fuerza y poderío para lograr una de las victorias más inverosímiles de los últimos tiempos tras liderar la persecución de la fuga a falta de pocos kilómetros del final y tener todavía fuerzas guardadas para atacar y conseguir la victoria.
La genética y el ambiente familiar han favorecido a Mathieu van der Poel a sus 24 años. Hijo de Adrie van der Poel, vencedor de la Amstel en 1990, y nieto de Raymond Poulidor, desde muy pronto demostró unas aptitudes físicas y técnicas fuera de lo normal. Doble campeón del mundo júnior de ciclocross, también ha ganado el Mundial júnior en ruta.
La combinación de las dos disciplinas le ha ayudado a medir y multiplicar los esfuerzos, a ser capaz de dominar a la perfección los ataques y a tener una aceleración que le aporta un plus a la hora de sprintar. Fenómeno ya en el ciclocross (ganó el 82% de las pruebas que disputó el pasado año), no parece haberse separado de su deseo por triunfar en la disciplina de ruta.
La primavera de las grandes clásicas está siendo testigo de ello. Sin dedicarse plenamente a la ruta, ya que va a seguir combinando las dos disciplinas como mínimo hasta los Juegos Olímpicos de Tokio, Van der Poel se puso entre ceja y ceja ganar la Amstel Gold Race. Sin fortuna en la París-Roubaix, uno de los grandes monumentos del panorama ciclista, Van der Poel ha sido el jefe indiscutible en las últimas grandes clásicas: cuarto en la Gante-Wevelgem, cuarto en el Tour de Flandes , ganador de la A través de Flandes, ganador de la Flecha Brabanzona y ganador de la Amstel Gold Race.
Ningún impedimento para Van der Poel ha supuesto de militar en el modesto equipo Corendon. El holandés ha demostrado su capacidad para ganarse la vida al final de cada clásica. No ha necesitado compañeros para tirar, para buscar el momento, para atacar. Muestra de ello fue la manera de superar a dos pesos pesados del pelotón como Jakob Fulgslang y el gran favorito, Julian Alaphilippe, este domingo en la Amstel. Llegando desde atrás, a pesar de llevar kilómetros tirando solo de la persecución, Van der Poel no tuvo ningún impedimento para conseguir una de esas victorias que se recordarán durante años en el planeta ciclista. Mathieu van der Poel se ha convertido con todas las de la ley en el fenómeno de la primavera.