Redacción – París mostró que ni la Champions reactiva a este Real Madrid que en su debut europeo sufrió una debacle en toda regla ante un PSG sin Neymar, Mbappé y Cavani. Su tridente ofensivo que si llega a estar en el campo, la que le hubiese caído al Madrid podría haber sido histórica. Es cierto que en los blancos no estaban jugadores como Modric, Ramos y Marcelo, pero la sensación del equipo con ellos esta temporada, tampoco provoca que lo que pasó en París hubiese sido diferente con ellos en el campo.

El Madrid fue siempre a remolque de un PSG con Di María en plan estrella que le sacó los colores a todo el sistema defensivo del equipo blanco. Algo que, por otro lado, tampoco es muy complicado porque cualquier equipo le pone en muchos aprietos a los blancos. Tuchel, que puso a Marquinhos como mediocentro, tenía clara su táctica: presión en la salida del balón y entrada por banda aprovechando que Bale y Hazard no tienen una mentalidad defensiva muy marcada. Cuando el Madrid lograba salir de la primera línea de presión, el PSG se replegaba y le dejaba la misión de sacar el balón a Varane y Militao, lo que era casi sinónimo de pase largo y pérdida de blanca.

El PSG salió al campo presionando a un Madrid incómodo en el césped y que no podía sacarse de encima del equipo francés que reclamó un penalti por mano de Militao que el colegiado no señaló. Los de Zidane aguantaron la embestida inicial del PSG y comenzó a tranquilizarse con el control del balón, con posesiones largas, pero sin ningún éxito a la hora de acercarse con peligro al área de Keylor Navas.

El encuentro cambió en el minuto 14 con el 1-0 de Di María que aprovechó un centro al primer palo de Bernat para fusilar a Courtois que pudo hacer más en ese tanto. Ese gol fue una losa para los blancos, aunque James pudo empatar casi en la acción siguiente del gol francés. Fue un espejismo porque el PSG era el dueño de un encuentro en el que el Madrid hacía aguas en defensa.

El Madrid reaccionó a la media hora con una ocasión de Bale de falta directa, pero el que reaccionó de verdad fue el PSG con el 2-0 de Di María en el minuto 34. El gol nació de un saque de banda que acabó con el balón en los pies de Di María que sin oposición y con todo el tiempo del mundo, envió un disparo ajustado al poste que batió a Courtois. Esa jugada fue la demostración del pésimo sistema defensivo del Madrid que marcó por mediación de Bale, pero el tanto fue anulado por mano del galés que anotó un auténtico golazo.

EL PSG pudo aumentar su ventaja en una primera mitad que acabó con una nueva ocasión de Bale cuyo disparo de marchó fuera pegado al poste. Así se llegó al descanso y la segunda mitad fue casi un calco de la primera. El PSG salió fuerte, el Madrid pasó a controlar, pero sin crear peligro real y reacción del equipo local que tuvo ocasiones para aburrir para marcar el 3-0, pero esta vez, ni Di María ni Sarabia acertaron a batir a Courtois.

Zidane decidió mover el árbol del Madrid sacando a un irregular Hazard y a James para dar entrada a Jovic y Lucas Vázquez, pero ni por esas reaccionó un equipo completamente partido. Benzema puso algo de esperanza en las filas blancas, pero su gol en el 76’ fue anulado por fuera de juego. Zizou gastó su última bala dando entrada a Vinicius por Bale para poner extremos que centraran al área donde esperaban Benzema y Jovic.

Las intenciones de Zidane se quedaron en eso porque la sensación era que el PSG estaba más cerca de marcar el 3-0 si pisaba un poco el acelerador. Y llegó en el minuto 91. Lo marcó Meunier a pase de Bernat. Un gol fabricado por los dos laterales del PSG que fue la imagen perfecta de lo que fue el Real Madrid, un equipo desdibujado, sin carácter, sin alma, sin fútbol y que se marchó de París sin haber disparado entre los tres palos. En resumen, una debacle absoluta.