Saluden al campeón de Roland Garros; Novak Djokovic es el nuevo rey de tierra batida

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El serbio Novak Djokovic, 34 años y nº 1 mundial, sufrió pero acabó sacando réditos a su segunda victoria sobre Rafa Nadal en Roland Garros. Algo que no había sucedido en 2015. Temió ‘Nole’, y sus seguidores, que se repitiera el guion, pero lo cambió dándole un giro radical a su final con el griego Stefanos Tsitsipas, 22 años y nº 5, muy arropado por la mayoría de los 5.000 aficionados de la Philippe Chatrier, un tercio del aforo en condiciones normales.

Era un día con mucha historia. Siempre lo es si en cancha hay uno de los tres miembros del ‘Big 3’ (Federer, Nadal, Djokovic). En su sexta final en París y vigésimo novena de Grand Slam, la trascendencia del duelo casi traiciona al serbio, que reconvirtió los efectos nocivos en alicientes extras para rebelarse contra sus propios temores y firmar un triunfo que puede conducirle a un estrato superior en la lucha por ser el más grande de todos los tiempos.

Ganó Djokovic, a sí mismo y a Tsitipas, 6-7 (6), 2-6, 6-2, 6-3 y 6-4 en 4h.11’ de excepcional partido. Reina en Roland Garros por segunda vez, tras la victoria sobre el británico Andy M urray en 2016, edición en la que Nadal se retiró en tercera ronda por una lesión de muñeca. Une su éxito en Francia al conseguido en el Open de Australia, poniéndose con su 19ª corona de Grand Slam a tiro del récord de 20 de Rafa Nadal y el suizo Roger Federer. Y las dos últimas ediciones de Wimbledon han sido suyas. Mantiene viva la hazaña de completar un Grand Slam la misma temporada, rememorar lo que hicieron en su día el estadounidense Don Budge y el australiano Rod Laver, aunque cuando la pista dura no existía y la hierba se imponía y la tierra gala era una excepción.

El balcánico se convierte en el primer profesional del tenis masculino que tiene dos o más trofeos de cada Grand Slam en su palmarés. El tercero en el global detrás de los australianos Roy Emerson y Rod Laver. La segunda Copa de los Mosqueteros la recibió de manos del sueco Bjorn Borg, que cuenta seis, y el estadounidense Jim Courier, con dos. En la oficina le espera un talón de 1.400.000 euros.

Cómo no iba a sufrir. El ‘Big 3’ también siente y padece. Son seres humanos con una doble capacidad deportiva: arrollar rivales a la menor oportunidad, aunque también someterlos sabiendo lidiar con las mayores dificultades. La épica les alimenta.

Soñó en grande Tsitsipas, con razón porque ha progresado mucho y está demostrando ser el tenista que más se acerca a los tres grandes. El esfuerzo y la inexperiencia pagaron peaje a su talento y decisión. Entró a divertirse, con 2-0 el panorama se puso serio también para él. Lógico, se halló ante una situación tan atractiva como intimidatoria. Se dejó cuerpo y alma. Condujo al límite a Djokovic, un funambulista que danzó sobre la cuerda floja hasta sujetarla y sumar su 84º título global, decimosexto en tierra. Once victorias consecutivas llegando a París desde la obtenida en Belgrado 2.

Djokovic es el quinto vencedor de Roland Garros levantando un marcador adverso de 0-2 en una final: Borg a Orantes en 1974, Lendl a McEnroe en 1984, Agassi a Medvedev en 1999 y Gaudio a Coria en 2004.

Lo festejó a cámara lenta Djokovic. Saboreando cada instante, intensificando los gestos y gritos paulatinamente. Lloró Tsitsipas escondido en su toalla.

Caminó sobre alambre pronto Novak Djokovic. Con un ‘rally’ de 25 golpes salvó la primera bola de set del partido con 4-5. El sobre esfuerzo parecía valer la pena ya que el ‘break’ lo hizo él a continuación y sirvió con 6-5 para sellar una manga eléctrica que acabó siendo de Stefanos Tsitsipas aprovechando que su rival hacía la goma una y otra vez pero no le pasaba definitivamente. En el ‘tiebreak’, del 5-2 del griego al 6-5 y punto de set ‘Nole’, batido por una derecha de Tsitsipas, que en otra racha corta de aciertos encadenó tres puntos y se avanzó 8-6 en 1h.09’.

La mejor versión de Tsitsipas, líder de victorias de la temporada (39-9), poniendo en apuros a un Djokovic con buen tono pero más a la expectativa que de costumbre y que había salido indemne de una aparatosa caída tras tropezar persiguiendo una contra dejada. Novak, como atenazado por el peso de la historia ante la trascendencia del día en la comparación con Rafa Nadal y Roger federer. Se apoderó del juego el agresivo ateniense. Desatado, rebasando al serbio, que recordaba a aquella final de 2015 contra Stan Wawrinka, en la que fue molido a palos días después de haber batido a Rafa Nadal en cuartos. Similitudes de esa experiencia también en relación al revés a una mano del suizo y del griego, de sus tiros demoledores de derecha.

Dos horas y media precisó Djokovic para empezar a cambiar el rumbo de su destino. Al mejor de cinco mangas y ante un debutante en final de Grand Slam, el balcánico echó mano del comodín del experto superviviente. Se lo trabajó rompiendo el saque ajeno a la quinta oportunidad de un largo cuarto juego del tercer parcial. Ese 3-1, confirmado con el 4-1, dio aplomo al pluricampeón y frenó el ritmo de estampida de Tsitsipas, que con ventaja de 2 sets a 0 dejó de ser el aspirante liberado de presión. La cabeza empezó a pensar en la opción Copa de los Mosqueteros.

Con 7-6, 6-2 y 3-6, Tsitsipas hizo coincidir el descanso entre sets para solicitar atención del fisioterapeuta, que soltó la zonal lumbar y los glúteos del griego. ¿Desgaste? ¿Tensión? ¿Las dos cosas? Lo cierto es que Stefanos entró en crisis. En un instante, 4-0 Djokovic, que tres horas y cuarto después del inicio firmaba el cómodo 6-2 que equilibraba el resultado.

Cuatro veces había remontado Djokovic una desventaja de dos sets abajo en Grand Slam. Nunca en una de sus 29 finales. En un par de ocasiones en Roland Garros, la última en octavos contra el joven italiano Lorenzo Musetti, que se hundió físicamente y ni concluyó el encuentro.

Podían repetirse los acontecimientos del Djokovic-Tsitsipas de octubre, en semifinales. Entonces el griego igualó viniendo desde atrás pero en la quinta manga el serbio sentenció con un 6-1. Como común denominador, no la reacción desde abajo sino el desenlace a favor del más veterano y cazador de tesoros de Grand Slam. La leyenda frenó al serio aspirante a campeón.