El Paris Saint-Germain estrenará este martes en el Parque de los Príncipes una nueva aventura vital en la Champions League, esa competición convertida en obsesión en el club y presentada como la última oportunidad para ese tridente formado por Lionel Messi, Neymar y Kylian Mbappé que encabeza un proyecto para el que solo Europa tiene razón de ser.
La última vez que la Juventus visitó París, en enero de 1997, aplastó por 1-6 a un PSG en el que jugaban Raí, Dely Valdés, Guérin, Lama, Le Guen o Leonardo. Fue en la vuelta de una Supercopa de Europa que, claro, se llevó sin pestañear aquella Vecchia Signora que, campeona de Europa el curso anterior, contaba en sus filas con Zidane, Del Piero y Deschamps. Y Ferrara, Peruzzi o Di Livio… Un equipo soberbio que aplastó sin más al club galo que hoy, al cabo de 25 años, es el que cuenta en sus filas con un tridente tan lujoso en la pizarra como examinado partido a partido en el terreno de juego.
Y que seis meses después de ser derrumbado por el Real Madrid en el Santiago Bernabéu regresa a la máxima competición con la necesidad de ganar. Ganar a toda costa, conquistar un título al que durante las últimas cinco temporadas ha aspirado con la consideración de favorito indiscutible y a la altura de los mejores equipos del continente.
Desde que Neymar se sumase al PSG procedente del Barcelona en el verano de 2017 y coincidiera con el joven Mbappé, llegado desde Mónaco pocas semanas después, el objetivo máximo del club dirigido, comandado y mantenido, desde Qatar es ganar una Champions League que ha provocado tantas decepciones entre sus aficionados como tormentas en los despachos.
La caída de Emery, Tuchel o Pochettino, revoluciones varias en la plantilla con fichajes tan magníficos sobre el papel como fracasados en el terreno de juego. Y como última apuesta, la mayor, osada y que debería ser sinónimo de éxito innegociable, la incorporación de Messi en el verano de 2021. A partir de ahí nada debería estar vetado para ese equipo que añadió a la plantilla, junto al crack rosarino, a Donnarumma y Wijnaldum, Achraf Hakimi, Nuno Mendes y Sergio Ramos.
TODO O NADA
Y, sin embargo, fracasó con estrépito en una Champions en que tras pasar como segundo de grupo por detrás del Manchester City de Pep Guardiola, otro equipo cuya razón de ser se llama Champions League, fue a estrellarse contra la flor eterna de ese Real Madrid al que el PSG tenía maniatado, sometido y arrodillado en el Bernabéu antes de que Karim Benzema le llevase a la ruina.
Benfica, Juventus y Maccabi acompañan ahora al PSG en el primer tramo de una competición que decidirá en apenas ocho semanas los equipos clasificados para los octavos de final, una segunda fase en la que el conjunto dirigido este curso por Christophe Galtier deberá ser sin ninguna excusa protagonista de excepción… Como simplemente un primer paso hacia la gloria.
Subcampeón en 2020, derrotado en Lisboa por el Bayern Múnich, y semifinalista en 2021, eliminado por el ManCity, los octavos de final han sido habitualmente el muro insalvable para este equipo tan monumental sobre el papel como diminuto en el momento de la verdad…
Pero ahora, ya, es todo o nada. Es el momento en el que Messi deberá cumplir tanto sus sueños mundialistas con la selección argentina como, al regreso de Qatar, dar ese paso adelante que tanto le exige su figura como esperan los hinchas de un PSG que, entregados al liderazgo de Mbappé observan entre el desprecio y la admiración a Neymar.
Un tridente entre definitivo y obcecado que la pasada temporada suspendió a ojos del mundo del fútbol, que volverá a fijar sus miradas en todos y cada uno de los movimientos de sus tres jugadores de referencia. Es el éxito o el fracaso. No habrá más salida.
