Un tercer lugar que no viste, por el contrario: desviste. Una victoria que no acaba con las deudas ni con las dudas, al contrario, las aumenta. Un triunfo que no es un respiro, sino un sofoco. Vencer sin convencer. 1-0 sobre Panamá. Ahora, al Tri, le aguarda una emboscada llamada Copa Oro. Porque el gigante de pies de barro, se desmorona.
Gol de Jesús Gallardo mantiene la cabeza de Diego Cocca sobre los hombros de la incertidumbre. Pero el rendimiento en la cancha ante una Panamá decepcionantemente distinta de la que perdió la Semifinal ante Canadá, aunque tuvo en su portero Luis Mejía –otra vez–, a su mejor jugador.
En la peor entrada de un partido de la Selección Mexicana en Estados Unidos, apenas unos cientos de aficionados mexicanos se atrevieron a buscar diversión, y terminaron, acompañados por otros seguidores de Estados Unidos, Canadá y Panamá, dando un largo y sonoro abucheo a ambas selecciones.
Poco, muy poco de la Selección Mexicana. Fue mejor que Panamá en el primer tiempo. Pero a base de empujar en medio de una inexplicable tolerancia panameña. Parecía que ambos equipos pensaban en rescatar la Copa Oro, habiendo perdido en los deberes para la Liga de las Naciones.
Forcejeos es la descripción de ese primer capítulo, en el que Panamá erraba al ceder demasiado espacio a México. Por eso el Tri empezó a trasquilar las barbas canaleras. La mejor vía, no por intensidad ni por intenciones, sino por libertades del adversario, estaba a través de Julián Araujo y Uriel Antuna, pero, ya se sabe, como ninguno es ducho en el último toque, todo terminaba en balones mal dirigidos y mal entregados.
Sin embargo, es así como se origina el gol de México. Jugada trabajada por derecha, servicio de Antuna al sitio incorrecto, pero que nadie remata y nadie despeja, y en sector izquierdo cierra Jesús Gallardo para rematar cruzado. 1-0, minuto 4.
La mejor respuesta de Panamá la tuvo José Fajardo, pero se encontró con la oportuna intervención de Guillermo Ochoa, como escaso aporte a un partido que se fue diluyendo en intenciones genuinas de futbol.
Jesús Gallardo (23) celebra el gol que dio la victoria a México sobre Panamá en el juego por el tercer lugar. Ethan Miller/Getty Images
En medio de una feria de tarjetas amarillas cortesía del silbante jamaicano Daneon Prachment, el encuentro terminó salpicándose de zacapelas innecesarias, que sólo provocaron un trámite tijereteado del encuentro.
La comodidad del juego le permitió a Diego Cocca ensayar, aparentemente, el regreso a línea de cinco, a menos que las apariciones de Luis Romo y Chiquito Sánchez fueron decisiones personales, al buscar una zona entre los centrales.
Para el segundo tiempo la historia no cambio. México mostraba más intención, mientras que Panamá se iría asomando con un par de goles que fueron anulados por fuera de lugar, sólo para constatar desatenciones en el fondo, en especial Johan Vásquez, en una desacertada tarde, en la marca y en la salida con el balón.
Con Luis Chávez y Chiquito Sánchez convertidos en los más regulares México fue capaz de responder al menos con jugada profundas, pero que generalmente morían en el despeje desesperado de la defensa canalera. Sí, muy poca capacidad del equipo mexicano para conseguir terminar las jugadas con intención, mientras Guillermo Ochoa seguía siendo el tanque de oxígeno mexicano.
La Selección Mexicana viajará este lunes a Houston, para prepararse de lleno rumbo a la Copa Oro, con su debut del próximo domingo ante Honduras.