El Barcelona obtuvo un ingreso extra de tres millones de euros por conquistar la Supercopa de España en Riad y esa cantidad, que podría considerarse modesta en los parámetros de los presupuestos que manejan los grandes clubes, ha sido recibida como agua de mayo en las oficinas del club, donde la situación financiera es uno de los mayores problemas, si no el principal, para la directiva de Joan Laporta.
“Hasta la temporada 2024-25 la situación no estará normalizada”, reveló en noviembre el vicepresidente económico Eduard Romeu, quien avisó que cuando la nueva junta entró en sustitución de Josep Maria Bartomeu el Barça “estaba en la UCI… Ahora se puede decir que ya estamos en planta, pero aún queda mucho trabajo por hacer”.
Ese trabajo, el principal plan de choque puesto en funcionamiento por el equipo de Laporta, se basó en las famosas palancas por las que el club vendió activos futuros por un valor superior a los 850 millones de euros para de esta manera amortiguar un déficit operativo calculado en unos 200 millones y, además, apoyar las demandas deportivas de Xavi Hernández, llegando a pagar otros 200 millones en concepto de traspasos por las incorporaciones de Ferran Torres, Raphinha, Jules Koundé y Robert Lewandowski.
Con todo ello se pudo parar el golpe… Pero la situación sigue siendo de máxima preocupación y riesgo, toda vez que las nuevas normas de control de LaLiga no permiten la activación de nuevas palancas, la masa salarial del club se reconoce aún desde los despachos “disparada” y el traslado al Estadio de Montjuïc la próxima temporada provocará un gasto no inferior a los 20 millones de euros… Y unas pérdidas que se calculan desde las mismas oficinas cercanas a los 100 millones.
“Mientras yo sea presidente el Barça no será Sociedad Anónima y seguirá siendo propiedad de sus socios”, repite cada vez que se le pregunta Laporta, pero para evitar esa situación, su equipo ejecutivo trabaja con destajo en la búsqueda de nuevos ingresos, a la vez que precisa rebajar los gastos, para equilibrar una cuenta de resultados que roza el dramatismo. Si la eliminación, por segundo año consecutivo, durante la fase de grupos de la Champions League fue un golpe duro de asimilar desde un punto de vista deportivo, económicamente le supuso una pérdida superior a los 25 millones de euros en su presupuesto que la conquista de la Europa League podría paliar el parte… Pero no completamente. Y esa es otra de las claves, el éxito deportivo, sobre el que necesita sustentarse la recuperación financiera de un club al que el gasto de su plantilla le provoca escalofríos.
La masa salarial, que alcanzó esta temporada los 656 millones de euros, se verá reducida por la marcha de Gerard Piqué (un ahorro cercano los 40 millones), aunque aún hay que acordar el pago diferido que acordó en su día por la pandemia y el bono de fin de contrato, además de lo que pudiera significar la marcha de Sergio Busquets al acabar el curso (si es que no acaba firmando una renovación muy a la baja). El objetivo, reconocido por el vicepresdente Romeu, es rebajar esta partida hasta los 500 millones… Lo que dificulta la búsqueda de nuevos futbolistas.
“El equilibrio es complejo. Nos preocupa el incremento de la masa salarial y que haya presión para invertir en jugadores si no llegan los éxitos. Hay que acelerar salidas o eliminar contratos que mantienen cifras fuera del mercado”, avisó Jaume Guardiola, presidente de la comisión económica estatutaria del club hasta diciembre de 2022 y que, en su última comparecencia, durante la Asamblea de Compromisarios, avistó un futuro próximo poco optimista si el Barcelona no frena con determinación esa masa salarial.
Así, también, se entiende que el club azulgrana haya presentado una demanda a LaLiga por la que le exige un aumento de 90 millones de euros en su límite salarial porque se vulneran, en su opinión, los derechos de competencia que sí tienen los clubes que firmaron el acuerdo con CVC y obtuvieron el 15 por ciento de lo ingresado bajo el paraguas de la patronal y que no se le concede al Barça.
Con esos 90 millones podría la junta de Laporta plantearse acudir al mercado de fichajes, a la vez que concretar la renovación pactada de Gavi o acelerar los contactos para ampliar, y mejorar las condiciones como futbolista del primer equipo, de Alejandro Balde. Y no es poca cosa.
“Sin los ingresos de las palancas el año pasado hubiéramos perdido 106 millones, y este, 210”, advirtió Romeu en octubre, cuando la eliminación en la Champions League aún no se contemplaba en el club ni LaLiga había variado sus normas de control que dificultan la activación de nuevas palancas. Con este nuevo escenario, la situación sigue siendo tan preocupante como cuando la junta de Laporta accedió a la presidencia del club.