Redacción – Ha sido un verano de lo más movido para el Atlético de Madrid. Lo que empezó con una desbandada espectacular de jugadores históricos para la entidad, ha dado un giro tremendo de guión y puede acabar como una de las pretemporadas más ilusionantes de la historia del club.
A las salidas de Antoine Griezmann, Diego Godín, Filipe Luis, Juanfran Torres o Rodrigo Hernández, el Atlético de Madrid ha contrarrestado con futbolistas de mucho peso. De momento ha firmado a la estrella portuguesa Joao Félix –a precio de oro, eso sí–, pero también han llegado el mexicano Héctor Herrera, los brasileños Renan Lodi y Felipe, el canterano madridista Marcos Llorente, y el serbio Ivan Saponjic. En las últimas horas se han confirmado también, a falta de hacerse oficiales, los fichajes del internacional español Mario Hermoso y el inglés Kieran Trippier. Sin embargo, el golpe de efecto sería la tan rumoreada llegada de James Rodríguez.
El colombiano sería el punto y final a un mercado veraniego histórico para los rojiblancos, y supondría un verdadero empujón de calidad para la plantilla. Nadie duda que James Rodríguez es uno de los jugadores más apetecibles del mercado y que su llegada al Atlético de Madrid sería la cereza en el pastel de una plantilla ya de por sí rebosante de calidad.
La negociación no se presenta de lo más sencilla, pues el Real Madrid ya traspasó a Marcos Llorente a su gran rival capitalino y se hace complicado creer que se la jugaría haciendo lo mismo con James Rodríguez. Llorente es un grandísimo jugador, con muchísimo potencial, pero no es un talento que logre definir partidos o campeonatos. James, sí.
El internacional cafetero es uno de esos hombres que, cuando está centrado, es capaz de romper partidos con su calidad. Sin embargo, sus formas muchas veces le han perdido. En el Real Madrid chocó de frente con Zinedine Zidane, a quien no le gustó para nada su actitud cuando el francés le puso a competir cara a cara con Isco por un puesto en el once titular. Esto provocó su salida del club y en Múnich, tras una gran primera temporada, también tuvo sus más y sus menos con Nico Kovac.
De estos problemas podría aprovecharse Diego Simeone. El argentino se ha especializado en reconducir a hombres que bajo otros técnicos se han mostrado díscolos y poco dados al trabajo. Arda Turán, Diego Ribas o el propio Diego Costa, han sido jugadores que Simeone ha llevado como la seda, llegando a sacarles un rendimiento impensado, por lo que nadie duda que bajo su batuta podríamos ver a la mejor versión de James, esa que sólo se nos ha expuesto con cuentagotas en el último lustro.
De llevarse a cabo la operación, el Atlético de Madrid estaría atando a un gran talento por un precio más que asequible –se habla de apenas 42 millones de euros como precio de traspaso– y lograría darle a Simeone un jugador diferencial, algo que el argentino requería tras la salida de Antoine Griezmann.
Por supuesto que Joao Félix es el futbolista llamado a tener que llevar ese peso en el equipo a largo plazo, pero a él también le vendrá bien compartir la presión de ser el fichaje más caro de la historia de la entidad con un jugón como James Rodríguez. A sus 19 años, con apenas seis meses como profesional a sus espaldas, es complicado pensar que el portugués puede explotar desde el primer momento y convertirse en líder espiritual del equipo rojiblanco. James, por su parte, sí podría hacerlo, pues a sus 28 años está en el momento perfecto para ponerse la 10 del conjunto colchonero y sacar a relucir todo su talento.
El acuerdo entre los clubes puede estar lejos aún, sabiendo el Real Madrid lo peligroso que puede llegar a ser ver al colombiano destacar en el eterno rival y del interés de otros equipos europeos por hacerse con su ficha, pero las ganas de James de quedarse en Madrid (al igual que en el caso de Marcos Llorente) puede acabar por decantar la balanza para los colchoneros.
Simeone le recibiría con los brazos abiertos y James sería el lazo de oro a un verano de ensueño para el Atlético de Madrid.