Redacción – El Barcelona se pierde lejos del Camp Nou. Granada fue Bilbao, fue Dortmund, fue Pamplona, fue… Lo de siempre. Fuera de casa el equipo de Valverde es una caricatura y en el estadio de Los Cármenes sumó su tercera salida liguera sin ganar (dos derrotas), ofreciendo una imagen desastrosa. 2-0 y, lo peor, sin discusión. Sin excusa y sin capacidad de respuesta.
El peor inicio liguero del Barça desde la temporada 1994-95, el peor desde que la Liga suma tres puntos por victoria, el peor comienzo que se recuerda y que, apenas transcurridas cinco jornadas de Liga, le deja contra la cuerdas. Su visita a Granada fue un auténtico ridículo. De principio a fin ante la euforia de una hinchada incrédula con su equipo, que se acostó líder de la Liga.
Horrible en la presentación, el Barça no tardó ni dos minutos en verse por debajo en el marcador. Un error obsceno, fatal, de Junior Firpo dio alas al Granada para que en su primer remate a puerta, fácil, Azzez superase a Ter Stegen y provocase un cortociruito que no abandonó el equipo de Valverde en toda la primera parte, que completó sin un solo remate a puerta, conduciendo el balón sin criterio ninguno y ofreciendo, sin duda, la peor imagen de toda la temporada.
Derrotado a última hora en Bilbao e intermitente en Pamplona, la tercera salida liguera, más aún después de la afortunada igualada en Dortmund, era un auténtico examen para el Barça, tan necesitado de recuperar puntos como sensaciones, obligado a mostrar lejos del Camp Nou la imagen vista en casa y urgente por enseñar sus cartas… Y, sin embargo, completó un primer acto fantasmagórico. Horroroso absolutamente.
Sin Messi en el once, Carles Pérez tomó el puesto de Ansu Fati en el equipo titular para acompañar a Griezmann y Suárez, a la vez que las aunciadas rotaciones de Valverde en el medio sacaron de escena a Arthur y Busquets, acompañando Sergi Roberto y Rakitic a De Jong a la vez que Junior Firpo ocupaba el lateral zurdo por la lesión de Alba. No pudo tener peor debut en el once titular el futbolista de origen dominicano, señalado en el 1-0 y nervioso, taquicárdico se diría, a partir de ahí.
Pero es que a su error se sumó una bajada de brazos inconcebible de sus compañeros, pasivos en la presión, lentos en la distribución y sin ninguna clase de vértigo que regaló al Granada el primer tiempo más cómodo que nunca pudo imaginar.
CAMBIO Y HUNDIMIENTO
Reaccionó Valverde en el descanso, sacando de escena a Junior y Carles Pérez para dar entrada a Messi y Ansu Fati, adelantando las líneas y mostrando esa intensidad y profundidad que tanto se había echado en falta durante el primer acto.
Tomó el control, le dio el balón a Messi para que repartiera, lo lanzó a banda para que corriera Ansu y buscó el área local… Pero no encontró ni a Suárez ni a Griezmann, ordenándose con calma y criterio el Granada, cerrando espacios y superando con más facilidad de la esperada el primer arreón de un campeón herido, en el que De Jong se apagaba sin solución y que poco a poco perdía la fe en sus posibilidades.
Y, de pronto, cuando Valverde dio un nuevo empuje con la entrada de Arturo Vidal por Rakitic, se fundió la luz. En su primera intervención, en un balón colgado al área de Ter Stegen, el chileno lo cortó con el brazo y a través del VAR el penalti, clamoroso, dio paso, a los 65 minutos, a un 2-0 de pesadilla.
La confianza, poca, que le quedaba al Barça desapareció en cuanto Vadillo engañó al portero azulgrana y a partir de ahí peleó el campeón contra el reloj y contra toda lógica posible. Si en 65 minutos había rematado dos veces a puerta (una entre palos), pensar que pudiera al menos igualar un 2-0 se adivinaba ya una quimera.
Lo buscó sin saber cómo, sin ningún plan, dándole el balón a Messi, buscando el apoyo de De Jong e intentando encontrar el vértigo por las bandas, donde la electricidad de Ansu Fati no bastó para cambiar la suerte de un partido desastroso y que desembocó en una derrota fatal.
A 21 de septiembre la crisis ya es una realidad en el Barcelona.