Elisabeth Jiménez, fiscal en el juicio que se celebra desde el lunes 5 de febrero en la Audiencia de Barcelona contra Dani Alves por violar a una joven en el baño de la discoteca Sutton, cerró sus conclusiones, tras la declaración del futbolista brasileño, dando por hecha la existencia de la violación, coincidiendo con la acusación particular dirigida por la abogada Ester García, quien representa a la víctima.
La Fiscalía solicita una pena de nueve años de prisión para el futbolista brasileño, sentencia que la acusación particular amplía hasta los 12 años.
Ambas siguieron en silencio la declaración anterior de Alves, que se prolongó por espacio de 25 minutos y en los que el acusado solamente aceptó responder a las preguntas de la defensa, mostrándose aturdido, soltándole a las lágrimas en alguna ocasión y pidiendo repetidamente agua.
Acabado el turno del brasileño, que declaró tras el visionado de las cámaras y los últimos testimonios, le tocó a la fiscal, quien mantuvo la existencia de la agresión. En sus conclusiones tuvieron un ‘apoyo’ tan inesperado como sorprendente puesto que las dos psicólogas designadas por la defensa coincidieron que Alves iba ebrio, pero que a pesar de ello “distinguía el bien y el mal y sabía lo que estaba sucediendo”.
“Es complicado confundir un consentimiento si tienes que coger a la chica por la barbilla y darle golpes para tener sexo con ella”, proclamó la fiscal, explicando que por muy borracho que estuviera Alves “es imposible que no viera que la chica no quería mantener relaciones sexuales con él”.
Al finalizar la declaración de Alves, la fiscal presentó sus conclusiones asegurando que al acusado “le dio absolutamente igual las súplicas de ella de que se quería ir de allí, le tuvo que dar varias bofetadas en la cara, y le agarró del pelo (…) Difícilmente el señor Alves pudo confundirse”.
Ampliando sus argumentos, Elisabeth Jiménez se refirió a las muchas contradicciones y cambios en las declaraciones del acusado, aludiendo a que en su última declaración, él aseguró que al llegar a casa su mujer estaba durmiendo, mientras que ella dio el martes otra versión.
“Ni en eso se ponen de acuerdo, porque ella ayer nos dijo que al llegar él se tropezó con los muebles. Nadie piensa que una situación incómodo puede acabar con una agresión sexual” solventó la fiscal, dando total credibilidad al testimonio de la víctima («es creíble») y afirmando que le parecía “terriblemente injusto culpar a la víctima de esa situación por el hecho de haber entrado voluntariamente en ese baño, porque ella no buscaba eso”.
“Que una mujer acepte una copa o acepte ir a un reservado no implica que desee tener una relación sexual. No luchó, es cierto, pero eso no implica consentimiento. Hay dos reacciones, luchar o quedarse congelada, que es lo que le pasó”, continuó la fiscal, advirtiendo en cuanto a la ausencia de lesiones vaginales que “no es la primera ni, desgraciadamente, será la última que no hay lesiones vaginales tras una agresión sexual”.
La fiscal repitió que todos los testigos coincidieron en que la víctima estaba “devastada”, recordando la declaración de un trabajador de la discoteca, quien dijo que la chica “sabía a lo que iba… Y luego se arrepintió”.
“Ha hecho tantas declaraciones que nos hemos perdido y hoy ha introducido que iba bebido… Toda esta batería de versiones, sinceramente, me parece que las hizo por sentirse impune. Vino al juzgado de instrucción soberanamente tranquilo. Sus cambios de versiones han sido muy llamativos”, resolvió.
“Para ser una relación consentida, al señor Alves le entró mucha prisa para abandonar el lugar”, refirió, dando cuenta que “a los cuatro minutos (de salir del baño) ya estaba saliendo por la puerta. Y en el momento que Alves pasa junto a la denunciante y sus amigas, casi deben esquivarlas, hasta el punto que no se rozan el brazo de milagro. ¿Que pudo no verla? Pudo no verla, pero mucha prisa tuvo en salir” concluyó la fiscal.
A la víctima “le ha costado muchísimo llegar al juicio” inició en su parlamento Ester García, abogada que dirige la acusación particular. “Desde el inicio, ya en la misma discoteca ha mantenido un relato espontáneo. En la discoteca no pudo entrar en detalle sobre la agresión sexual que sufrió, porque estaba llorando y diciendo ‘me ha hecho mucho daño’, como indicaron su prima y su amiga”, certificó.
“Me da igual que ella estuviera perreando o que le pusiera las n…s, porque cuando ella dijo no… Es no. Para eso se cambió la ley”, incidió la abogada particular, resolviendo que en este momento “ya no estamos en el debate de la resistencia de la víctima. Es un acto de humillación, la tengo abajo… Un acto de humillación a una chica de 23 años”.