Redacción – Se recortó la barba y le quitó volumen a la cabellera. Se vistió para una cita importante como suele hacerlo cada fin de semana o cada tres días.
Botines nuevos y el gafete bien ajustado. Abrazo y beso con Luis Suárez para desearse suerte, y corre el telón… Inicia una nueva puesta en escena de 22 o más actores, la cual no puede ser distinta a las anteriores porque el ‘10’ se apodera del guion.
El Betis le ‘daba toque’ al Barça, una sopa de su propio chocolate; Messi apenas veía viajar el balón de un lado a otro, hasta que un tiro libre lo puso a su disposición.
La barrera cuidó todos los flancos posibles, arriba y abajo; el arquero estaba en su sitio, y el esférico le pasó a centímetros a la velocidad de la luz. ¿Era su poste? Sí. Pero tiró Messi, y el envío entró en la rendija que se advertía improbable.
Lo inexplicable empezaba a escribirse. Castigo injusto para el dueño de casa al verse en desventaja, y primer aviso del capitán visitante advirtiendo que no sería una noche más en Sevilla… Y no lo fue.
Combinación con Suárez, quien le devolvió una pared de ‘taquito’, y Leo, con tres cazadores a su espalda, hizo del área su casa, y le dio destino de red al regalo de su socio.
El resto de la trama tuvo acción y virtuosismo de ambos bandos: Suárez y Loren se inscribieron en el marcador con sendos golazos, lo cual sirvió de preámbulo perfecto para un cerrojazo histórico.
Segundos finales y el dueño del escenario tuvo empeño en buscar otro embate, de derecha a izquierda abrió la pelota para Rakitic, quien se la regresó a la entrada del área, y fue en ese momento que el tiempo se detuvo…
El argentino agradeció el gesto de los seguidores andaluces tras la victoria de los catalanes en el Benito Villamarín.
El mediocampista mexicano alabó lo realizado por el argentino en la goleada del Barcelona 1-4 sobre el Real Betis.
Messi flotó, inclinó el cuerpo y le hizo una caricia al balón, que viajó gustoso en una parábola perfecta para pegar en el travesaño e irse al fondo de la portería…
Lenglet y dos futbolistas del Betis se llevaron las manos a la cabeza en el más puro gesto de incredulidad y admiración, mientras el portero Pau López resopló con la mirada perdida, siendo testigo privilegiado del clímax y el final de la obra.
Lejos de destilar rabia, el Benito Villamarín demostró su alta escuela y se fundió en un grito: “Messi, Messi, Messi”, mientras el ‘10’ levantaba los brazos y buscaba el balón, esta vez para llevárselo a casa…