Hubiese preferido Unai Emery guardar para este domingo alguno de los cinco goles que le endosó al Sivasspor el pasado jueves en la Europa League. El Villarreal visitó el Ramón de Carranza con la intención de lograr su primer triunfo a domicilio este curso, pero falló en su cometido. Dominó la posesión de balón hasta casi monopolizarla, pero echó en falta la pegada necesaria para imponerse a un Cádiz que, sólido y correoso, sumó otro puntito, y ya son 11.
Sería faltar a la verdad decir que el partido fue de esos que crean afición. Cuanto menos no fue una sucesión de ocasiones de gol de las que propician que un duelo acontezca como vibrante. La película fue diferente, rica en lo táctico, como era de esperar con dos estudioso de esto como Álvaro Cervera y Unai Emery en los banquillos, pero más del agrado de los que indagan en los porqués de lo que se ve sobre el verde que de los que se sientan a disfrutar con lo más superficial del partido.
Quien no se perdió la cita fue el VAR, que apareció en una escena del film generando controversia, claro. Fue antes de que se cumpliese el primer cuarto de hora de juego, cuando el videoarbitraje avisó a De Burgos Bengoetxea para que invalidase un tanto de Negredo. Álex botó al área una falta que propició el tanto y Lozano intervino en la jugada estando (según las famosas líneas) en fuera de juego. Ajustadísimo cuanto menos.
En la segunda mitad, por momentos dio muestras el Villarreal de dar un paso al frente rumbo a convertir su dominio de la posesión en goles con los que llevarse los tres puntos. Pero fue tan solo un espejismo, y más allá de un par de intentos con Alcácer y Trigueros como protagonistas, entre poco y nada inquietó a Ledesma.