Barcelona viajó al infierno de Estambul buscando seguir vivo en la Europa League

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El Barcelona viajó este miércoles a Estambul, veinte años después de su última visita al Galatasaray (venció 0-2 en la fase de grupos de la Champions de la temporada 2002-03), con el objetivo firme de sacar boleto para los cuartos de final de la Europa League, premio menor tras su eliminación en la máxima competición pero que ahora se presenta como la opción más clara de no cerrar la temporada sin celebrar ningún título.

Será la tercera ocasión en su historia continental que el equipo azulgrana se juegue la clasificación lejos del Camp Nou tras haber igualado en la ida 0-0 y, de momento, el balance es igualado con un pase y una eliminación: en la semifinal de Champions de la temporada 2007-08 cayó por 1-0 en Old Trafford frente al Manchester United (gol de Paul Scholes) y en la misma ronda del mismo torneo del curso siguiente (2008-09) un milagroso gol de Andrés Iniesta le dio el pase en Stamford Bridge ante el Chelsea, empatándose el encuentro (1-1) y clasificándose el equipo azulgrana gracias al valor doble de los goles en campo contrario… Una circunstancia que esta temporada ya no tiene validez.

«Iremos a Estambul a ganar, tal como habría sido en caso de haberlo hecho en el Camp Nou. Nuestra idea sigue siendo la misma» avisó Xavi Hernández tras el partido de ida, dejando claro que su equipo no enfrentará al Galatasaray con la mirada puesta en el Clásico del domingo y, de entrada, aparcará las rotaciones que sí utilizó en el choque de ida. Falta por conocer si Frenkie de Jong, suplente el domingo contra Osasuna, recuperará plaza titular en el centro del campo y saber los elegidos en la punta de ataque, una línea en la que el entrenador barcelonista tiene mucho donde elegir, con la excepción del aún lesionado Ansu Fati. Quien tiene puesto asegurado, se entiende, es Sergiño Dest en el lateral derecho, atendiendo a que Dani Alves no fue inscrito en la competición.

INFIERNO HELADO

Dos victorias, un empate y una derrota es el saldo del equipo azulgrana de sus ya lejanas cuatro visitas al Galatasaray, la primera un 0-0 en la temporada 1993-94 y la última la indicada del 0-2 en septiembre de 2002.

Siempre jugó aquel equipo, con Xavi titular en las dos últimas ocasiones, en el legendario estadio Ali Sami Yen, conocido por la pasión de sus aficionados y recordado como un infierno que supo domesticar el Barça, que conocerá ahora el nuevo, moderno, pero igualmente infernal Nef Stadium, escenario al que se trasladó el equipo turco en 2011.

Derrumbado en la Liga local (es 11º a 32 puntos del líder Trabzonspor), el Galatasaray, que cambió de entrenador el 11 de enero con la llegada del catalán Doménec Torrent, mantiene una imagen inmaculada en la Europa League, invicto en sus doce partidos disputados, clasificado con solvencia en la liguilla como primero de grupo por delante de Lokomotiv, Lazio y Olympique de Marsella y habiendo ganado tres de los cinco partidos disputados en su estadio.

Suma ahora, además, tres partidos oficiales sin perder como local y tras el optimista empate que arrancó en el Camp Nou suspira por dar el gran golpe eliminando a uno de los considerados máximos aspirantes al título, un Barcelona que ha tomado, parece, velocidad de crucero bajo el mando de Xavi Hernández, acumulando siete victorias y tres empates en sus últimos diez partidos oficiales, habiendo escalado hasta la tercera posición en la Liga y resolviendo varios de sus últimos encuentros con goleadas brillantes.

Ahora, tres días antes de un Clásico en el Bernabéu que se escenifica más como una prueba del buen momento azulgrana que como una opción real de descabalgar al Real Madrid de su condición de favorito en el campeonato liguero, el Barça se juega su futuro continental en Estambul, una plaza incómoda y en la que debería dar buena medida de su crecimiento.