Las autoridades indonesias han fijado en 174 el número de víctimas mortales y en 323 los aficionados heridos en un brote de violencia tras un partido de fútbol, cuando los hinchas saltaron al campo porque su equipo había perdido en la isla indonesia de Java, informaron este domingo fuentes policiales. Este balance reduce en casi 50 el número de víctimas mortales ofrecido en un primer momento, cuando se estableció dicha cifra en 174 fallecidos y más de 200 heridos.
La Policía Nacional explicó que la discrepancia de los datos se debió a «un error en el registro» en los hospitales que atendieron a las víctimas, según dijo a los periodistas el jefe del equipo médico de la Policía, Nyoman Eddy, que agregó que los 125 fallecidos, entre ellos dos policías, han sido ya identificados.
La Policía, que usó gases lacrimógenos, indicó que los disturbios ocurrieron la noche del sábado en el estadio Kanjuruhan de la ciudad de Malang, en la provincia de Java Oriental, en un partido en el que el equipo Arema fue derrotado 2-3 por el Persebaya Surabaya.
Según explicó en una rueda de prensa el jefe de policía de Java Oriental, Nico Afinta, 34 personas perdieron la vida en el interior del estadio, mientras que las demás fallecieron en el hospital.
Más de 300 personas resultaron heridas y se encuentran bajo tratamiento médico en varios hospitales de la región, con diferentes niveles de heridas.
La mayor parte de las muertes se produjo a raíz de la estampida de los aficionados, cuando decenas de ellos se asfixiaron, ya que se trataba de «un espacio lleno de gente, que provocó dificultad para respirar (y) falta de oxígeno», señaló el comisario.
Tras la tragedia, el presidente indonesio, Joko Widodo, expresó «sus más sentidas condolencias» y anunció que ha solicitado «una evaluación exhaustiva de la ejecución de los partidos de fútbol» y de «los procedimientos de seguridad para su celebración», así como una investigación para «averiguar a fondo» los sucesos en Malang.
«Le pedí al ministro de Salud y al gobernador de Java Oriental que supervisen los servicios médicos especiales para las víctimas que están siendo tratadas en hospitales para que tengan el mejor servicio», agregó el mandatario en un discurso televisado.
La espiral de violencia empezó cuando unos 3.000 hinchas del equipo perdedor irrumpieron en la cancha y empezaron a atacar a los jugadores, lo que desató un duro enfrentamiento con las fuerzas de seguridad, que utilizaron gases lacrimógenos en un intento de frenar los ataques.
El uso de esos gases por la Policía fue criticado por algunas entidades internacionales, como Amnistía Internacional, que urgió a las autoridades indonesias a llevar a cabo una «investigación rápida, exhaustiva e independiente sobre el uso de gases lacrimógenos en el estadio».
La organización enfatizó que el «gas lacrimógeno nunca debe ser disparado en espacios confinados» debido a su alto nivel de peligrosidad y recordó que las normas de seguridad de los estadios de la FIFA prohíben el transporte o el uso de los llamados «gas de control de multitudes».
«El gas lacrimógeno solo debe usarse para dispersar multitudes cuando se ha producido una violencia generalizada y cuando otros métodos hayan fallado. Se debe advertir a la gente que se usará gas lacrimógeno y permitir que se disperse”, expresó en nota el director ejecutivo de Amnistía Internacional Indonesia, Usman Hamid.
Tras el «consternador» incidente, la Liga de fútbol del país suspendió todos los partidos durante una semana, en tanto que la Asociación de Fútbol (PSSI) anunció la apertura de una investigación para averiguar los hechos.
La tragedia ya es considerada una de las más mortales en la historia del fútbol mundial.