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jueves, noviembre 21, 2024
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Con Messi como líder, Barcelona se mete en octavos de la Champions como primero

Redacción – El Barça certificó su pase como primero de grupo. Fue la única buena noticia que dejó un partido ante el PSV que Messi desencalló cuando y cómo quiso, justo en un momento que no pintaba bien. Marcó el primer tanto y entregó el segundo a Piqué, intencionado o no. Van Bommel aprendió que la suerte es contar con el argentino. Lo suyo fue infortunio con tres balones a los palos que le hicieron creer en el triunfo. Si el mejor del mundo está enchufado, la gesta es titánica. Leo quiere este título “tan lindo” y no lo piensa soltar, aunque De Jong, el otro, le desafiara marcando.

Valverde huyó de los experimentos. Ya lo había avisado. El once previsible por las lesiones de los últimos partidos pero agravado por la baja de última hora de Umtiti por unas molestias en la rodilla. Los mejores disponibles pero sin capacidad de sorpresa. Rakitic por la izquierda cubriendo la ausencia de Arthur, el regreso de Dembélé y el falso 9 de Messi.

Influido por el termómetro, el Barça salió frío. Ordenado pero blando en exceso. El PSV, en cambio, arreó desde el principio, con mayor ímpetu y con las posiciones alteradas para despistar. Le iba el tercer puesto de la Champions que da acceso a la Europa League y se la jugó desde el inicio. El guión quedó claro muy pronto. Una pérdida de Busquets en el centro propició una falta de Pereiro y un posterior córner con remate de De Jong que obligó a Ter Stegen a estirarse y al Barça a espabilar. O lo hacía o estaba condenado a sufrir. Y sufrió.

El intento de reacción se generó por la derecha, con Demeblé con ganas de desbordar y con Messi implicándose. El juego partía de Leo pero sin punto final. Los holandeses se conformaban dando latigazos y aprovechando los errores individuales azulgrana, como los de Busi, Rakitic o Ter Stegen, para buscar el gol. Demasiadas concesiones, demasiado peligro gratuito. Pereiro estrelló el balón al poste izquierdo pero el estruendo no despertó a los azulgranas.

Como un goteo, los holandeses generaban ocasiones pero pecaban de puntería. Gastón Pereiro lo intentó de nuevo, pero el Barça no hacía caso a los avisos. Irreconocibles, los azulgranas se mostraban vulnerables, inconexos, basculando sin convicción. Sólo el liderazgo de Messi y la chispa de Dembélé, en ocasiones ahogada por la dureza de Hendrix, agitaba las intenciones culés.

La primera gran ocasión, la de verdad, llegó sin embargo por la izquierda, después de un córner con un remate de Arturo Vidal que sacó Angeliño en la línea de gol. Messi atemorizó después con un disparo alto. El Barça tomaba cuerpo al fin, a la media hora. Era otro y Valverde respiraba aliviado. Messi encontraba refugio al lado de Alba y ya no le perdió de vista. Asistido por el lateral, sacó su fusil y empezó a disparar. Hasta en tres ocasiones. Pero fue un oasis. Un nuevo error de Ter Stegen en la asistencia, el segundo, alteró la poca estabilidad encontrada. Al Barça le salvó en la primera parte la fortuna, sin duda. En otra falta, el cabezazo de De Jong dio en el travesaño y el remate posterior de Bergwijn volvió a golpear en el poste. Tres palos para Van Bommel, que no daba crédito a su mala suerte. El árbitro se alió y concedió el descanso a un Barça que necesitaba entrar en los vestuarios.

En la segunda parte, el Barça pareció tomárselo más en serio. Ter Stegen iba parando aunque también fallando, el balón circulaba con cierta profundidad y Messi se asociaban con todos. El intercambio de golpes continuaba pero los azulgranas aguantaban mejor. Y, en esas, apareció Messi. Como siempre. Dembélé le devolvió la asistencia del Wanda y Leo ejecutó el 1-0 rodeado de rivales, en el interior del área. con otro chut letal. A Messi no se le puede dejar chutar tantas veces. Al cuarto de hora de la reanudación, el Barça ya ganaba. Desatado, el argentino era ya el rey y el PSV asumía que contra el mejor del mundo es imposible.

Dembélé lo intentaba pero en una falta aparentemente ensayada acaba con el 0-2, en una jugada encriptada que sólo los protagonistas puede aclararlo. Un saque de falta de Messi al punto del área y el desvío de Piqué acaba con el balón en la red. Ensayada o no, el Barça respiró. Los holandeses dimitían y Van Bommel empezaba a cambiar jugadores. Y aun así, alguna ocasión holandesa hubo. Como una de Lozano que, esta vez sí, Ter Stegen paró. Fue en otra pérdida de Busquets. Lo peor vino después cuando De Jong marcó de cabeza en otro despiste.

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