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miércoles, diciembre 18, 2024
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El nuevo Barcelona gusta y golea en Balaídos

El Barça corre y el Barça gana. 0-3 en Balaídos a un Celta que quiso… Pero no pudo. Busca el equipo de Koeman su mejor versión, con urgencia, pero durante el camino, mientras va dejando detalles, impone una intensidad que mezclada con la indiscutible calidad de sus jugadores le vale para superar obstáculos. Si al Villarreal le aplastó en 40 minutos a todo ritmo, con participación estelar de Ansu Fati, en Vigo no rebajó un ápice ese espíritu. Y también tuvo en el canterano a un protagonista estelar para sumar su segunda victoria de la temporada.

Se sobrepuso a una expulsión, polémica, al límite del descanso, de Lenglet para demostrar que la inferioridad númerica durante toda la segunda mitad no le provocó ningún cambio de táctica, ni mucho menos de intensidad. Si hay que correr, se corre; si hay que pelear, se pelea; si hay que presionar… Se presiona hasta el límite. Lisboa ya no existe… Parece.

Tocar, posicionarse, triangular y desmarcarse con el balón; presionar muy arriba, recuperar y volver a empezar. Faltó, falta todavía, ajustar el juego de combinación pero la imagen de este Barça no se parece, en nada, absolutamente, al equipo que se arrastró como alma en pena durante la segunda mitad de la última temporada.

El Celta de Òscar quiso pero no pudo. El entrenador catalán, un jovenzuelo en le época del Dream Team que llegó a jugar al lado de Koeman y cuya apuesta futbolística nace, se nutre y muestra la filosofía azulgrana de manera indiscutible, propuso un partido a cara descubierta y prácticamente con la misma idea que el Barça: presión muy alta, juego rápido y mucha intensidad.

Le aguantó la idea 11 minutos, los que tardó Ansu Fati en recoger un pase, extraño, de Coutinho controlando en orientación hacia portería y soltar un disparo inesperado, con el exterior, que abrió el marcador. Y con el marcador a favor… Más de lo mismo.

VIEJO/NUEVO BARÇA

Que el Barça ha comenzado una nueva etapa se descubrió, quizá con mayor evidencia, a partir de ahí. En plena tormenta, con mucho viento, con frío, con un estadio vacío… En tiempos no muy lejanos ese 0-1 habría provocado relajación. Pero esos tiempos son historia.

No hace falta cambiar nombres lleva semanas demostrando Ronald Koeman porque lo que se necesita es cambiar actitudes. Y ahí radica el secreto que ya no es tan secreto del

equipo azulgrana, que vestido de negro lo dio todo de principio a fin para ganar, para crecer y para empezar a gustar y gustarse.

Recuperó 36 balones en la primera mitad… de los que 17, prácticamente la mitad, fueron en campo contrario, varias veces cerca del área, incluso dentro, del equipo vigués para demostrarle, con el paso de los minutos, que la misión iba a ser imposible para el Celta.

Sin necesidad de buscar siempre a Messi el Barça vive mejor y el propio Messi parece vivir más tranquilo. Interviene menos pero interviene con el criterio que se le supone, que se le sabe, al capitán. Así se explica el 0-2 que se anotó en propia puerta Lucas Olaza, desviando fatalmente un centro-chut de Leo como conclusión a una excelente jugada personal, marca de la casa.

Ni con el 0-2 se rebajó el Barça ni, tampoco, se rindió el Celta, que le peleó hasta que pudo y disfrutó tuvo alguna ocasión, un balón al travesaño como jugada más peligrosa, para acortar distancias… Pero este Barça es otra cosa. Así, hasta el final, sin rebajarse, sin calmarse, sin más. Hasta que Sergi Roberto remató la faena en tiempo añadido para lograr el 0-3 final.

Mientras busca su mejor versión corre, presiona, pelea y se entrega a la misión impuesta por Koeman. Y gana, gustándose y empezando a gustar.

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