Redacción – El Barça sigue líder, en igualdad con el Real Madrid, después de solventar la visita del Granada con una ajustada victoria que no se dibujó hasta el tramo final del partido.

El triunfo llevó la firma, como es habitual, de Leo Messi, quien trasladó al marcador una tranquilidad que se fue fundiendo en el frío a medida que fue avanzando una noche menos feliz de lo esperado.

Ganó el campeón por la mínima en la presentación de Quique Setién, mostrando novedades y viejos vicios casi por igual. Sufriendo en defensa y desdibujándose en ataque a medida que pasaba el tiempo. Crecía la inquietud y se rebajaba la euforia para dar a entender, al final, que el nuevo técnico tiene mucho trabajo por delante.

Apareció con una disposición distinta el Barça, menos estirado, con más presión arriba. Con Sergi Roberto ejerciendo de ‘tercer central’ junto a Piqué y Umtiti (quien entró en lugar de Lenglet), Ansu Fati bien abierto en la banda y Griezmann alejado de ella, moviéndose en todas las posiciones de ataque. Con Arturo Vidal omnipresente… Y con Messi como siempre, siendo el maestro de un equipo instinto en el dibujo, aparentemente más móvil pero que, a fin de cuentas, cerró la primera parte en falso.

En falso porque le faltaron los goles y, preocupante, porque llegó asiduamente arriba pero con falta de oportunidades claras. A un par de Fati en diez minutos y una de Messi en el desemboque del primer tiempo se limitaron los avisos serios del Barça frente a un rival ordenado en defensa, bien posicionado en el campo y que sin perder la cabeza, intentaba sorprender a la contra… con escasa fortuna pero menos preocupación. Ese 0-0, en una noche dibujada como gran fiesta por la presentación del nuevo entrenador le sabía a gloria al conjunto andaluz.

Las cosas no cambiaron demasiado tras el descanso, con un Barça cada vez más ansioso y preocupado ante su falta de acierto en los últimos metros, un Granada cada vez más serio. Dispuesto a asustar en el contragolpe, que mostró el riesgo en los sistemas de Setién, en dos ocasiones que llegó al área de Ter Stegen con una defensa casi invisible.

El Camp Nou llegó a enmudecer con un disparo de Yan Eteki que se estrelló en el poste de Ter Stegen, en los minutos más problemáticos del campeón, cada vez menos ligero y cada vez más nervioso ante la falta de acierto y ocasiones.

Así que Setién tomó su primera gran determinación dando entrada al exigido Riqui Puig, que entró en lugar de Rakitic al tiempo que el Granada se quedaba en inferioridad por la expulsión de Germán y, por arte de magia, el miedo dejó paso al éxtasis.

Como tocado por una varita mágica, entre la entrada en escena de Riqui y el 1-0 apenas transcurrieron 5 minutos, naciendo el gol, además, en un robo de balón del canterano que dio paso a una jugada de tiralíneas que solventó, quien sino, Leo Messi con un disparo raso, colocado e imposible para Rui Silva.

Lo trascendente se había conseguido: romper la resistencia de un Granada que estuvo cerca de arruinar la presentación de Setién, cuyo Barça, de entrada, no fue tan distinto al de Valverde. Habrá tiempo por delante para confirmar lo que se intuye… Y aún no se ve.